Pedro
Hablarle a Damian sobre saltarse el entrenamiento por un par de días es algo que tenía que hacerse en persona. No iba a gustarle eso, pero la verdad es, que estoy jodidamente adolorido. Mi cuerpo duele, mis costillas duelen, mi rostro duele y tengo un constante dolor de cabeza que está volviéndome loco.
Dormir.
No puedo esperar a meterme en la cama y dormir.
Desafortunadamente,Damian vive en el otro lado de la ciudad y tengo que aventurarme a ir a través de más de un millar de semáforos, lo que significa que voy a estar conduciendo por al menos cuarenta minutos de ida y vuelta, sin mencionar la larga, larga conversación que voy a tener con Damian tras mi anuncio.
Me detengo afuera de la bonita casa familiar de Damian. Es pequeña, pero desprende una vibración amorosa. No se siente fría o emite una sensación desagradable como mi casa lo hace o las otras en las que crecí. Mis padres apenas se encontraban en casa, las cenas siempre eran frías en vez de frescas, dejando la cocina con un sentimiento de vacío. No había calor alguno de una comida recién hecha flotando en el aire… eso no importa ahora, supongo. No me importaba realmente, era todo lo que conocía.
Cuando llegué de sorpresa en la cena de la familia de Paula hace meses,antes de que Ricardo muriera, supe que me había perdido tantas cosas, pero que mis hijos nunca tendrían que hacerlo. Eso puedo garantizarlo.
Niego, ignorando esos pensamientos. Solo tengo veinticuatro años. Sin necesidad de niños aún, no hasta que haya logrado todo lo que necesito. No quiero ser un luchador cuando tenga niños. No quiero arrastrar a Paula a eventos y fiestas cuando ella esté embarazada. Sonrío ante el pensamiento de un pequeño y redondo vientre sobresaliendo de sus playeras. Un golpe en mi ventana me
fuerza a dejar los pensamientos demasiados hogareños de mi cabeza. Estoy comenzando a preguntarme quién es la mujer en esta relación… Damian se aleja de mi puerta mientras la abro y trato muy duro de no reír de su pijama “el mejor papá del mundo” y fallo.
—Ja Ja —dijo con cara seria—. Es divertidísimo.
Él cambia su camisa, tirando de ella más alrededor de sus hombros.
—Cuando tengas niños, verás cuánta fuerza se requiere para realmente usar los regalos que tus hijos te compran y luego me estaré riendo de ti.
La comisura de sus labios se elevó en una sonrisa y sé que lo disfruta más de lo que pretende.
—De todos modos, nunca visitas mi casa, no desde que casi dormiste con Paula y tú mamá fue hospitalizada por intoxicación con alcohol.
Balanceo mis piernas sobre el borde de mi silla y de paso descanso mis pies.
Recuerdo aquella noche. Que durante semanas Paula y yo no pudimos tener sexo, recordé una y otra vez aquella noche, torturándome a mí mismo. Si hubiera sabido que todas las cosas que dije iban a terminar siendo una pérdida de aire caliente, la habría tomado en ese mismo momento y sé que habría sido la victoria más dulce de mi vida, si el hospital no hubiera llamado por tercera vez esa semana, eso es.
—Así que, ¿qué pasa?
No soy de los que se andan con rodeos, así que le digo.
—Me tomaré un par de días de descanso del entrenamiento.
Junta sus cejas y me preparo a mí mismo para el discurso que seguro continuara. Sorprendentemente, relaja sus cejas de vuelta a su curva natural.
—Bien.
—¿Bien?
—Seguro. —Se encoge de hombros, cruzando sus brazos sobre su pecho—.Necesitas tiempo para recuperarte y si te mantienes yendo tan duro como lo hiciste hoy, eso tomara mucho tiempo. —Hizo una pausa—. ¿Tú y Paula aún siguen discutiendo?
Niego.
—No, hicimos las pases. Iremos a California mañana para ver a mamá.
Las cejas de Damian se acercaron en el centro de su frente de nuevo.
—¿Estás seguro de que esto es una buena idea tan cerca de una lucha? Ya sabes cómo es tu madre. Apenas has estado ansioso desde que ella se fue.
—No voy a excluirla, Damian. Solo la veré para ver si ha progresado. —Y porque cada mañana que me despierto y ella no está en la casa, me siento como el idiota más grande del mundo. Apoyo, eso es todo lo que necesita, pero no tengo tiempo para cuidar de ella y de mí, no ahora que estoy dentro de la liga internacional. Cuando la temporada termine, contemplaré firmar su liberación—Y quiero que mamá y Paula pasen algo de tiempo juntas.
—¿Tu mamá ha conocido ya a Paula?
Asiento, casi avergonzándome por el recuerdo. Mamá había estado borracha en ambas ocasiones, llamando a Paula por el nombre de otra chica.
—Dudo que ella lo recuerde, pero sí.
—Siempre y cuando descanses, no veo problemas con que vayas a California. Nosotros nos iremos a las Vegas en dos días, y mañana temprano tenemos un encuentro con las autoridades y la MMAC para discutir sobre demandar a Dom y…
—No quiero demandarlo.
Él se acerca a mí.
—¿No quieres demandarlo?
—No quiero su dinero. Lo quiero fuera de la lucha… para siempre. No quiero que tenga las bolas para mirar un guante nunca más.
Damian frota su frente con la punta de sus dedos.
—No van a aceptar eso, han tenido sus ojos en Dom desde hace un tiempo. Él es un buen luchador, Pedro, uno del que la compañía puede beneficiarse.
No hay refutación y no daré el brazo a torcer.
—Dom nunca luchará en el MMAC otra vez y no toleraré nada menos.
—¿Y si no te dan lo que quieres?
Cambio mi peso.
—Fuimos atacados fuera de nuestro gimnasio, sin provocación ni conocimiento. Me darán exactamente lo que pido.
Damian niega.
—Aún no has tenido tu primera pelea y ya estás amenazando a tus empleadores.
Sonrío.
—¿Qué puedo decir? Soy de ese tipo.
—Eso es seguro.
Mi teléfono vibra con un mensaje de texto y lo saco de mi bolsillo para echarle un vistazo.
DE: LUCIANO. HORA: 8:00 p.m.
Vuelos reservados. Te vas pasado mañana a las 5 a.m.
Deslizo mi teléfono en mi bolsillo.
—¿A qué hora es el encuentro?
—9 a.m.
—Está bien. Te veré ahí.
Extiende su mano hacia mí, y pongo la mía en la suya. Sus largos dedos se cierran en los míos en un firme agarre y me tira hacia delante, envolviéndome en un abrazo alrededor de mi hombro.
—Te veo mañana. —Me suelta—. Quién sabe, quizás encontrarás el momento correcto para proponerte a Paula en California.
Me enderezo en mi silla y agarro la puerta.
—Quizás.
El solo pensamiento envía una sensación pavor retorciéndose a través de mi estómago. Me estoy volviendo loco sobre una pregunta que estoy seguro ella dirá que sí. Una pregunta… eso es todo. Es extraño cómo una cosa tan pequeña como una conversación puede tenerme paralizado con miedo. Cierro mi puerta y enciendo mi auto. Hablar con Damian no me llevó tanto tiempo como esperaba.
Puedo decir que necesita un descanso, parece cansado y un día o dos deberían ser suficiente tiempo para refrescar su cuerpo y mente. No tomé las cosas con calma con él hoy, especialmente después de anoche y aún no me he disculpado por conseguir fastidiarlo, pero no tengo que hacerlo. No aceptará una disculpa. Lo vuelven incómodo. Prefiere perdonar sinceramente sin intercambios. Eso solo
cómo es él.
Contemplo regresar a casa de Paula. Sabiendo que su madre está fuera hasta Dios sabe cuándo, es tentador… sostener a Paula es muy tentador, pero necesito dormir y nunca conseguiría mi muy necesitado sueño en una cama con alguien como ella, no hasta que agotara cada entrada y cada posición.
Me retiro de la calle de Damian, inseguro hacia dónde ir. Giro a la derecha, en la dirección de la casa de Paula. Ignorando la señal “no textear y manejar”,recupero mi teléfono de mi bolsillo y le envío un mensaje.
PARA: PAULA. HORA: 8:11 p.m.
¿Vas a casa o voy a la tuya?
Un par de minutos más tarde, contesta. Y qué respuesta es. Pondría la imagen que me acababa de enviar como mi fondo de pantalla, pero tal perfección es solo para mí. Hay un título también:
Tú decides.
En la imagen, su cabello oscuro está mojado y cubre su pecho reluciente,apenas asentándose por encima de sus maravillosos y rosados pezones. Quiero ver su mitad inferior, quiero ver al agua brillando por otras partes de su cuerpo.
Partes que lamería repetidas veces sin dudar. Esa es mi idea de cielo. Ahora, me alegro de que diera la vuelta a la derecha en vez de a la izquierda hacia mi casa.
Bajando rutinariamente mi mirada fija a mi teléfono, texteo de vuelta.
PARA: PAULA HORA: 8:18 p.m.
En camino. No te atrevas a moverte.
Dejo caer mi teléfono en el centro de la consola y presiono un poco más fuerte el acelerador. No creo que pueda conseguir llegar lo suficientemente rápido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario