A menos de tres días de Las Vegas
Entro en el gimnasio con Damian pisándome los talones.
—No puedo creer que estés retrasado… incluso después que te dije que teníamos un encuentro esta semana.
Oigo el enojo en sus pasos y estoy distraído. No estoy tan retrasado, veinte minutos, más o menos unos pocos. Él me sigue hasta arriba, más allá de la oficina y dentro de la sala de reuniones, la única habitación en todo este edificio en donde no he estado.
Una larga y barnizada mesa de madera llena con grandes (y sin duda cómodas) sillas. Es muy corporativo comparada con la vieja escuela diseñada fuera de esta habitación. Mis ojos descienden sobre el hombre y la mujer sentados delante de mí. No parecen molestos de que esté retrasado. Entonces otra vez, con sus “trajes” realmente nunca puedes asegurarlo. Tienen perfectas caras
imperturbables.
Damian camina hacia mí y dentro de la habitación.
—Caballeros… —Se aclara su garganta—… y señorita.
La mujer de cabello acaramelado con los grandes ojos whiskey asiente hacia él, agradeciendo su corrección. Mientras Damian se vuelve hacia ellos, los ojos de ella giran rápidamente hacia mí y conozco esa mirada. Sus ojos están brillantes,sus mejillas ligeramente sonrojadas. Lujuria. La he visto millones de veces y en realidad no hay nada más claro que esto. Pienso que es atractiva. Me gusta la forma en que su cabello está recogido en un moño suelto y me gusta su ajustado vestido de negocios, pero la mirada en su rostro no hace que mi estómago se apriete.
No quiero a los ojos de color whiskey mirando hacia mí desde debajo de sus parpados flojos y excitados. Quiero verde… quiero largo cabello chocolate y pechos alegres y naturales. Paula. La quiero a ella, a nadie más.
—¿En qué situación estamos en la decisión? —pregunto.
Damian camina hacia el costado y me dejo caer en la silla a la cabeza de la mesa.
—Bien, hemos llegado a un acuerdo con los abogados de Dom.
Tomas, el mejor abogado de MMAC responde:
—Están dispuestos a pagar una considerable suma de dinero para detener la intensificación de esto.
Me siento adelante en mi silla, descansando mis codos en la mesa.
—No quiero su dinero.
Tomas frunce sus oscuras y gruesas cejas.
—Tu entrenador nos dijo…
Damian suspira, interrumpiéndolo y sentándose en una silla libre.
—Olvida lo que dije. Pedro tiene su propia idea en cuanto al resultado de este caso.
Tomas sabe exactamente lo que quiero y la tensión en su cara me dice que él no quiere ir por ese camino.
—¿Qué es lo que quieres, Pedro? —pregunta la mujer, deslizando el extremo de su pluma en sus labios.
Ella sabe lo que está haciendo y estoy seguro que muchos otros han caído por toda esa vibración de “gatita sexy”. Mierda. Yo habría caído hace meses atrás.
—No quiero un solo centavo de él. Quiero que se vaya. No más competiciones, no más entrenamientos y no más luchas.
Tomas baja sus gafas hasta el puente de su nariz y fuera de su cara, antes de concentrar sus profundos ojos azules en mí.
—Con todo respecto, Sr. Alfonso…
—Pedro —lo corrijo. Sr. Alfonso suena raro.
—Pedro, lo siento. La MMAC está necesitando buenos boxeadores. El señor Russel es nuestra segunda opción… segunda después de ti. Él es un recurso que nos gustaría poseer cuando él esté ganando.
—¿Quieren a alguien como él para representar a la MMAC? Mírame a la cara. —Me paro y me saco la camisa,exponiendo mis costillas oscurecidas—Miren mis costillas. No es un luchador. Es un cobarde.
El joven hombre junto a Tomas se mueve en su asiento y se inclina más cerca para murmurar algo en su oído. Cuando se aleja, Tomas aclara su garganta.
—Entiendo que hubo un incidente en Boston durante el torneo amateur... ¿Tú golpeaste al señor Russell en la cara?
No dejo que mis ojos titubeen para él. ¿Cómo sabe eso? Pensaba que las cintas habían desaparecido. Vuelvo a sentarme en mi asiento.
—Vas a tener que refrescar mi memoria.
Mientras Tomas baja su mirada, robo un vistazo hacia Damian, cuyo rostro está inmovilizado en mí. Parece tan sorprendido.
—Los abogados del señor Russell nos han informado que lo atacaste a él y a su amiga en el club de los caballeros de Polaris en Boston.
¿Amiga? Pienso por un momento y no es hasta que Damian se ríe una vez bajo su aliento que me doy cuenta de que está hablando de Paula.
—¿Amiga? ¿Así es como la llamó? —Niego—. Dom acosaba sexualmente a mi chica. No lo ataqué sin razón. La protegía.
—Independientemente de lo que era para ti…
—Es —interrumpo.
—¿Eh?
—Es —digo otra vez—. Lo que es para mí. Ella aún es mía.
Lo digo con muchísima más posesión de lo que me propongo.
—Mi error —responde, preocupado de que haya excedido un límite—Independientemente de lo que es para ti, has roto las reglas y él decidió hacer vista gorda de eso. Los abogados de Dom y MMAC están pidiendo que hagas lo mismo y te están ofreciendo una cantidad considerable de dinero para ello.
Hago un chasquido.
—Rendirme y dejar que Dom Russell me patee el trasero no es algo que estoy dispuesto a hacer.
No daré el brazo a torcer. Nunca en un millón de años miraré al débil a los ojos otra vez. Aprenderá el maldito miedo. Tomas y los abogados MMAC me miran con entusiasmo. Disfrutan de la rivalidad, pero no los quiero formulando alguna idea acerca de una revancha. No merece estar en el mismo ring que yo.
Exhalando, Tomas cierra su carpeta.
—Tendremos que hacer otra audiencia con sus abogados. Tienes derechos y no queremos quitártelos, pero piensa en ello. Tener a Dom en la MMAC te beneficiará inmensamente.
No le contesto. Creo que he dicho bastante y estoy harto de repetirlo.
Se van de la habitación, uno tras otro hasta que no queda nadie excepto Damian y yo.
—Él tiene razón —anuncia Damian tras unos segundos largos, inclinándose hacia adelante sobre sus codos—. Tener a Dom en la MMAC será bueno para tu carrera. Los espectadores aman a los rivales… les emociona.
—Mis rivales no comienzan y terminan con Dom. He cabreado a un montón de gente… enojo a Junior Moset todo el tiempo.
Él se encoge de hombros.
—Eso no es rivalidad. Es un poco de bromas arrogantes. Que yo sepa, no has dormido con su novia. Nadie te odia como Dom te odia. —Damian se ríe en voz alta, haciéndome sonreír—. Y él te odia tanto.
Me muevo en mi asiento.
—Se tiene que ir. Quiero humillarlo… romperlo en pedacitos.
—Y el ring es el lugar perfecto para hacerlo. Ahora estás en la liga profesional. Cada una de las peleas en las que estás será transmitida a millones de espectadores. Has vencido a Dom antes. Hazlo otra vez. Hacerlo una y otra vez hasta que te ruegue que lo dejes en paz.
Me inclino en mi silla. Tenía razón en cuanto a ellos siendo agradables.
—Tú no entiendes. No se trata de pegarle más. Lo he hecho. Se trata de cerrar capítulos viejos y avanzar. No quiero a Dom en la MMAC porque estoy en el MMAC, lo que significa que Paula lo verá con frecuencia. Ella sabe por qué Dom me odia y no quiero que salga lastimada por algo que hice antes de conocerla.
—¿Así que esto es sobre Paula?
Empiezo a asentir, pero cambio de opinión y comienzo a negar.
—Se trata de avanzar. He cambiado y no quiero estar asociado con la persona que solía ser.
Damian suspira.
—No te van a dar lo que quieres. Lo sabes, ¿no?
Lo sé y lo odio.
—Llamaré a mis abogados y que llamen a la MMAC. Necesitan que les recuerden las reglas. Dom está fuera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario