No sé cuánto tiempo esperé para que la respiración de Pedro se hiciera pareja,pero finalmente lo hace y con la luz tenue filtrándose a través de la puerta del baño, puedo ver su cara. Es la imagen perfecta de la calma. Arrastro las puntas de mis dedos de su pecho hasta los oblicuos. Mis dedos se deslizan sobre las impresiones y surcos y siento sus músculos contraerse brevemente antes de relajarse completamente bajo mi toque. Envía un calor aturullado a través de mi cuerpo y no puedo contenerme. Deslizo mi dedo a lo largo de la banda de sus pantalones cortos, metiendo la punta de mi dedo índice bajo la tela. Un profundo gemido dormido cae de los labios de Pedro y envía una corriente eléctrica a través de mí, encendiendo mi piel desde la cabeza hasta los dedos del pie. El deseo de deslizar mi mano dentro o llevarlo a mi boca mientras duerme es fuerte… tan fuerte que no me doy cuenta que le estoy clavando mis dedos en su piel para detenerme de ir más allá. Pedro suspira, moviendo su cuerpo en mi dirección. Oh,mierda. Deslizo mi mano lejos de él y me alejo antes de que él pueda fijarme por debajo de su gran cuerpo. Créanme, no hay nada que quiera más en este
momento que ser clavada entre Pedro y un cómodo colchón, pero tengo venganza para repartir.
Sé que cuando Pedro se entere de lo que estoy a punto de hacer que él va a ponerse como loco, pero espero que vea que lo hice por él... bueno, algo así.
También lo estoy haciendo por mí. Nada me hará más feliz que saber que Dom nunca estará en los mismos círculos que Pedro y yo. Él necesita que le derriben los humos y yo estaré feliz de ser la persona que lo haga.
Me deslizo fuera de la cama y camino de puntillas a mis zapatos,poniéndomelos uno por uno. Me enderezo y no pierdo el tiempo en abrir la puerta y correr desde la habitación. Tan pronto como cierro la puerta detrás de mí, la adrenalina se enciende a través de mi sistema, bombeando fuerte y rápido y aumentando los latidos de mi corazón a un nivel superior. No sé mucho sobre el patrón de sueño de Pedro así que tengo que salir de aquí antes de que él se dé cuenta que me he ido. Acelero al caminar a través de la casa y hacia fuera en el patio trasero. Luciano, Damian y Vanesa están pasando el rato en área de la barbacoa, sin decir una palabra.
—¿Dónde está Dom, Damian? —exijo, colocando mis manos firmemente sobre las caderas.
Damian frunce el ceño confundido. Entonces, sus ojos se abren y él salta de su silla.
—¿Estás loca? —exige en un susurro—. ¿Irás a ver a Dom?
Niego con la cabeza.
—No voy a ir a verlo. Voy a acabar con él.
Él da un paso más cerca.
—No quieres hacer eso, Paula. Pedro se volverá loco y saldrá a buscarte.
—¿Dónde está? —le pregunto, haciendo hincapié en mis palabras.
—Estás loca si piensas que voy a enviarte a Dom sola.
—Iré con ella —ofrece Luciano, empujándose fuera de una silla al lado de Vanesa.
—Luciano, viste lo que le hicieron a Pedro. No vas a ir —protesta Vanesa.
Luciano no le hace caso, fijando sus ojos sobre Damian. Con una exhalación frustrada,Vanesa saca un cigarrillo de su bolsillo y lo enciende, inhalando profundamente. Los ojos de Luciano se mueven, enfocándose en ella. Los ojos verdes de Vanesa se asientan en su rostro, casi como si lo estuviera desafiando. Sin dudarlo, él da un tirón al cigarrillo de sus labios antes de aplastarlo bajo su la zapatilla deportiva. Vanesa pone los ojos en blanco, expulsando el humo antes de mirarme. Supongo que ella no estaba bromeando cuando dijo que Luciano odia que ella fume.
Hay una advertencia en los ojos de Luciano antes de que los vuelva a Damian.
—Sé dónde está. Vamos, Pau.
Luciano me agarra del brazo y tira de mí hacia adelante, pero Damian se para delante de nosotros, bloqueándonos la puerta.
—Si Pedro se despierta y encuentra que te has ido, va a bajar aquí buscándote.¿Qué esperas que le diga?
Me encojo de hombros.
—Dile la verdad. No le ocultaré nada.
Damian se ríe una vez, pasando sus manos por la cara y pellizcando el puente de su nariz.
—¿Decirle la verdad? ¿Estás loca? Si le digo la verdad, lo único que se interpone entre él, tú y Dom soy yo, y no sé si lo has notado o no, pero ya he sido tratado como un maldito saco de boxeo hoy.
Suspirando, doy un paso más cerca de Damian.
—Puedes irte a casa. No tienes que tener ninguna participación en esto.
Parpadea hacia mí.
—Por favor, Damian, muévete. Tengo que hacer esto.Exhala, sacudiendo la cabeza.
—Él va a estar en su gimnasio en Weir Road. Tiene un programa de entrenamiento nocturno los martes.
Antes de poder decirle gracias ya he pasado junto a él y nos dirigimos la puerta con Luciano escoltándome.
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