jueves, 22 de mayo de 2014

CAPITULO 162





Pedro 

 
Santo puto infierno. Tengo casi decidido darle la vuelta a mi coche, patear la puerta y obligarla a montarme... no puedo imaginar a su madre o a su hermano apreciando mucho eso, sin embargo. Sonrío para mis adentros.  


Qué pequeña descarada sexy. Lo hizo a propósito, también, sin duda porque elegí no tener sexo en la ducha esta noche que, por cierto, era una decisión difícil como la mierda, sobre todo después de que ya tenía su sabor en mi lengua. 


No evitaba tener sexo, solo porque quería hacer temblar su mundo sin degradarla delante de Luciano y Vanesa que, seamos sinceros, adoraban atormentarla cada vez que podían. Tampoco tenía sexo porque quería demostrarle que estaba más que feliz de cuidar de ella sin querer nada a cambio... amar a una chica y esa mierda, ¿no?  


Me gusta estar cerca de tus labios... Me gusta sentir tu aliento en mi cara o en mi oído y me gusta cuando tus manos se deslizan sobre mis brazos y hombros. 


Pensar que todo el tiempo estaba pensando románticamente, el tren de pensamiento de Paula era todo lo contrario al mío, travieso. Nunca tuve la intención de decirle eso a ella. Simplemente fluía tan fácil de mí, sin pensar y no era la primera vez en el día que había dicho algo que nunca intenté. Le dije esta tarde que tendríamos todo el tiempo del mundo para hacer otras cosas. ¿En qué demonios estaba pensando? Paula y yo realmente no habíamos hablado sobre el futuro. Estoy seguro de que quiero casarme y estar con ella para siempre, pero sé que no espera eso de mí y no quiero ser demasiado intenso.

 ¿Volveré a tener las bolas para pedirle lo que quiero? 


¿Volveré a tener las bolas para pedirle que se case conmigo? Había estado cerca a pedírselo un millón de veces, pero me había acobardado en el último minuto. Ese no soy yo. Soy muy adelantado. Digo lo que quiero e ignoro las consecuencias, pero no puedo atrapar esto. Tiene que ser perfecto. Tiene que ser todo lo que siempre ha querido. Cuando diga “para siempre”, sentir sus ojos en mí,analizándome. Quería mirarla, leer su expresión,pero no fingiré que no tengo miedo de ver su descontento. Sentí la incredulidad en su postura. Fue una corazonada incierta, como si no estuviera segura de si soy de verdad o no. 

Lo soy.


Nunca he estado más seguro de nada en mi vida. Necesito a Pedro. Necesito que se ponga el anillo que le dé, que lleve mi apellido, y viva en la casa que compré para nosotros y nuestra familia, si tenemos una. No se lo he pedido todavía, porque tengo miedo. ¿Qué tal si dice que no? ¿Qué pasa si esta relación es solo una diversión temporal? No puedo soportarlo. No puedo aceptar un no por respuesta y no lo haré. Estar sin ella no es una opción. Paso la mano por mi cara. Ahí voy a sonar como un asesino serial de mierda de nuevo. No puedo evitarlo, sin embargo. En mi mente es ella o nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario