martes, 20 de mayo de 2014

CAPITULO 156



Dejo la comida en el coche y entro en el gimnasio. Finalmente, puedo respirar más fácil. No esperaba ver a Ramiro de nuevo... pero ahora que lo he hecho, puedo decir que los sentimientos habían desaparecido por completo.
Inexistentes. En realidad, me alegro de haberme encontrado con Ramiro. Siento que finalmente se cerró el capítulo “Ramiro“ de mi vida. Primero Carlos, ahora Ramiro.
Los estoy borrando de mi vida solo para hacer más espacio para Pedro.
Saco el teléfono de mi bolsillo y miro la hora. Estuve en la tienda por poco más de una hora. El gimnasio esta todavía relativamente limpio y tranquilo, así que paseo hacia la sala de entrenamiento, con la esperanza de sustituir la cara de Ramiro, que se mueve en el frente de mi mente, con la de Pedro.
Empujo la puerta y mi mirada inmediatamente busca a Pedro. Él está cara al suelo, sosteniéndose a sí mismo en los codos y las puntas de sus pies. ¿Abordaje?¿Esgrima? No... ¡Tablaje! Sí, eso es como se llama. Tablaje. Lo intenté una vez y apenas lo hice durante ocho segundos.
Camino hacia Damian, que está sentado cómodamente en una silla al lado de Pedro. Él me mira y sonríe, mostrando sus dientes blancos. 

―¿Cuál es su tiempo? ―pregunto.

―Once minutos hasta el momento, tiene que durar cuatro más.  

Damian cruza las piernas y coloca el cronómetro en su muslo gris vestido de chándal. Doy un paso más cerca de Pedro, mirando sus músculos temblar mientras lucha por mantenerse arriba. Oigo su respiración salir en respiraciones controladas y manteniendo la cabeza gacha, ignorando mí presencia.
Normalmente, estoy de acuerdo con Pedro de centrarse más en la sesión de entrenamiento que en mí, pero después de ver a Ramiro, quiero tocar a Pedro. Quiero hablar con él y reír con él, quiero hacer algo para librarme del recuerdo de mi exnovio. 

―Cambia a tablaje alto ―ordena Damian, y con una pequeña exhalación, Pedro se empuja a sí mismo fuera de los codos y en las palmas de sus manos,manteniéndose arriba. Pedro mantiene la cabeza recta, sin mirar a nada más que la pared del fondo. Le rodeo hasta que me paro frente a él, bloqueándole el contacto visual con la pared. Él levanta la vista a mi cara y sus labios se rizan en una sonrisa de infarto. El deseo de estar cerca de él me abruma y me siento antes de deslizarme directamente debajo de su cuerpo grande. 

―Aquí vamos ―oigo a Damian suspirar en voz baja, pero lo ignoro, centrada solo en los iris de color marrón que brillan con amor a mí.


Pedro observa mi rostro mientras paso la punta de mis dedos a través de los músculos duros como una roca de sus brazos. Las masas duras recubiertas por una fina capa de sudor  tiemblan y mis ojos se levantan de sus brazos a su cara. 

―Sabes, cuando te imaginaba debajo de mí por primera vez en semanas,esto no era exactamente lo que tenía en mente ―dice, con la voz tensa.


Oigo la silla de Damian rasguñar un par de veces en el suelo mientras él se aleja de nosotros, dándonos la privacidad que necesitamos desesperadamente. Me río, girando la cabeza para apartar la mirada de él. Se baja y planta un beso en la mejilla, enviando mariposas calientes a través de mi estómago. Me muerdo el labio inferior con más risitas mientras sus labios juguetonamente viajan hacia mi mandíbula y cuello. 

―Pedro, tablaje alto ―manda Damian y Pedro exhala, enderezando sus brazos.


Giro la cabeza para mirarlo. Incluso durante las sesiones de entrenamiento se ve increíble. Su piel no se vuelve de color rosa como la mía cuando estoy sobrecargada de trabajo, la suya brilla y los ríos de color oro en sus ojos, se vuelven de un hermoso color dorado como el sol. Es tan perfecto que quiero darle una patada o apretarle hasta que reviente. No por odio, sino por amor, puro, sin fin, amor emocionante.

―Tres minutos más y vamos a ir a mi casa para ayudar a Luciano. 

―¿Vanesa estará allí también? ―Ha pasado tanto tiempo desde que la he visto. Ha estado tomando clases de introducción en todo, porque resultó  que ser un agente de policía no era para ella. En su primer día de clase, se puso a mirar las armas de fuego y descubrió que no le gustan los ruidos fuertes. Mentalmente ruedo mis ojos cada vez que pienso en ello. En el lado positivo, desde que está con Luciano, sus hábitos de beber y fumar se han reducido a la mitad. Nada te hace sentir más como un alcohólico que cuando Vanesa declina una copa de ti. No sé cómo lo hizo. He tratado de conseguir que Vanesa bebiera menos desde la escuela secundaria, pero ella era muy terca. Después de un tiempo, me di por vencida.
Ella es dueña de sí misma, y aunque no me gusta que haga algo que la lastime, no soy su madre. Ella puede hacer lo que quiera y lo único que puedo hacer es ofrecer un buen consejo desde un lateral.

―No sé... ―respondió Pedro―. Si Luciano la encuentra y se arreglan,probablemente.

―Espera. ¿La encuentra? ¿Qué ha pasado y por qué ella no me ha llamado?


―Probablemente esté demasiado enojada para hablar con nadie. 

No, eso no puede ser. Vanesa siempre me ha llamado cuando algo en su vida no ha ido a su manera. Me ha llamado llorando porque pateó su dedo. Me llamó llorando porque su Nana murió y me llamó llorando porque la fotografía de su licencia de conducir le hacía  “verse como un hombre”. Mi punto es que ella siempre me llama. Saco mi teléfono de mi bolsillo y marco el número de Vanesa, llevándolo a mi oído. Después de cuatro tonos, ella responde. 

―Hola.

Frunzo el ceño, ella parece estar bien. Mantengo mis ojos en el pecho de Pedro, pero soy ajena al cuerpo de roca dura flotando por encima de mí. 

―Vane, ¿estás bien? 

Ella suspira.

  
―Ahora lo estoy... He tenido una mañana muy larga.

―Ábrete conmigo, eso te hace sentir mejor. 

―Luciano conoció a papá. 

Fruncí el ceño. 

 
―¿Y qué pasó?  

―Ya sabes cómo es papá y lo mucho que espera de mí. Luciano no pudo manejarle y acuso a mi padre de ser un jodido controlador. ―Vanesa se ríe una vez―. Qué hilarante viniendo de él.

Ahora estoy confundida. ¿Luciano controlador? Hay tanto que Vanesa,obviamente, ha descuidado de decirme... y me duele. En cuanto a su padre, es un hombre estricto, pero nunca he visto que intente procesar y controlar a Vanesa. Por otra parte, se niega a decir mucho sobre su padre y él apenas está en casa. Lo he visto con facilidad solo veinte veces desde que conozco a Vanesa. No puede ser tan malo si ella aún vive allí y se niega a mudarse. No sé, no puedo darle consejos acerca de un problema que nunca ha compartido conmigo. 

―¿Estarás en lo de Pedro hoy? Luciano se muda y vamos a hacer una barbacoa. 

―Sí, voy a estar allí.


―Bueno, podemos hablar entonces. Te echo de menos...
Vanesa se ríe. 

 
―Nos vimos hace dos semanas, pero si te hace sentir mejor, te echo de menos. 

Ruedo los ojos.  

―Hasta luego, imbécil.  
―¡Te quiero! 

Cuelgo y deslizo mi teléfono en mi bolsillo. 

―¿Ella viene? ―pregunta Pedro.


―Al parecer. 

Sus labios gruesos se rizan.

  
―¿Te dijo que Luciano casi golpeó a su padre?

Siento que mis cejas se levantan en mi línea del cabello.  
―No. 

Él asiente con la cabeza.

  
―Sí, lo hizo. 

―¿Por qué?


―Según Luciano, su padre es un idiota. Luciano no es alguien que pierda el control fácilmente, por lo que su padre debe haber dicho algo realmente malo para cabrearlo. 

 Mis cejas se arrastran juntas. Nunca he visto a Luciano como un tipo agresivo, al menos, no como Pedro.Pedro puede cambiar su estado de ánimo en un abrir y cerrar de ojos y el brillo de odio que aparece en sus ojos cada vez que la mirada de alguien permanece demasiado tiempo en mi dirección es desconcertante... así como emocionante.


 ―Nunca esperé algo así de Luciano.


 ―Él es impredecible, eso es seguro. 

 ―¡Tiempo! ―dice Damian desde lejos.

 Oigo crujir su silla y luego la puerta de cristal se abre y se cierra, dejándonos a Pedro y a mi solos. Los ojos de Pedro revolotean entre mis ojos y mi boca de una manera que hace que mi corazón se agite y se apriete mi estómago. Él se baja,doblando los brazos por los codos. 

 ―Tengo comida en el coche ―murmuro mientras sus labios rozan los míos,sabiendo que si le dejo besarme, no podremos detenernos. 

Sonrío mientras se mueve a través de mi cara y besa la parte superior de mi cabeza.  

―Entonces deberíamos irnos.

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