domingo, 4 de mayo de 2014

CAPITULO 102



Mi boca se abre y todo lo que le doy a cambio es una mirada con los ojos abiertos. Me sorprende que haga eso por mí.

―No me esperaba eso… ¿Qué pasó con tu “yo no hago la cosa de novias”?

Sus labios se contraen.  

―Tú pasaste.

Maldita sea. Es guapo y romántico. A veces, realmente no puedo quejarme de este tipo.

―Te das cuenta de que eso significa que estás oficialmente fuera del mercado ―digo, empujándolo en el estómago duro.

Sus cálidas y anchas palmas de sus manos envuelven mi cara y mi aliento se traba.

―Cariño, he estado fuera del mercado desde el momento en que estas mejillas se volvieron del color rosa más sexy. 

Llamaradas de calor se encienden debajo de mi piel y aparto la mirada  

―¿Y cuándo fue eso?

―Cuando te encontré follándome con los ojos. 

Le empujo y él suelta mi cara.


―No lo hice.
Se ríe a carcajadas y me aprieta contra él.

―Lo hiciste. Admítelo. 
Lo miré un poco por demasiado tiempo, pero ciertamente no hice eso de  “follármelo con los ojos”.

―De todos modos… ―Se ríe, besando mi nariz―. Hay una cosa más que quiero hacer para hacerte feliz pero tenemos que entrar en el coche.

―¿En el coche?

Él asiente.  

―No tienes que traer nada. Vamos al coche. 
Las manos de Pedro descansan sobre mis hombros y vuelve mi cuerpo todavía confundido hacia la puerta. Camina detrás mí, empujándome más cerca y más cerca de la salida.

―No estoy vestida adecuadamente ―digo, mirando hacia abajo a mis pantalones cortos y camiseta sin mangas. Me liberé hace siglos de la chaqueta delgada―. Mis pantalones cortos son demasiado cortos.

Deja caer sus manos de mi hombro y salto cuando siento un deslizamiento de su grueso dedo a lo largo de la base de la mejilla de mi culo.

―Creo que son perfectos ―gruñe.

Siento su respiración en mi cuello y me humedezco inmediatamente.

Abro la puerta de entrada y antes de darme cuenta estamos en su coche y conduciendo lejos de mi casa.

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