sábado, 3 de mayo de 2014

CAPITULO 100


Su voz es aguda y fría, me apuñala en el estómago como un cuchillo.

Girando espinosamente en mi pecho, dejo caer la chaqueta al suelo y me alejo. Mis pies se mueven tan rápido como les es posible, como una tormenta hacia mi coche, con la esperanza de parecer más enojada que con el corazón roto. 
Me tiro en el asiento del conductor a toda velocidad, dejando el sonido chirriante de los neumáticos detrás de mí. 

A unos metros de la carretera mi pecho pesa por la tristeza que me ahoga, pero no dejo de conducir… no hasta que haya hecho mi camino.

No sé de qué se va el día, pero es una mierda. Empezó bien, pero rápidamente se volvió una mierda. Me arranco la almohada de mi cabeza y la tiro por el cuarto. Mi cabello se pega a mis mejillas y me lo aparto agitadamente. He estado en la cama desde que llegué a casa hace casi tres horas y no puedo darle sentido a lo ocurrido esta tarde en la monstruosamente hermosa casa de Pedro. Entiendo que me presenté sin avisar, pero eso no es motivo para que fuera un completo idiota. Él me despidió como si yo fuera… nada, como si fuera basura.

Dejé de llorar hace un rato, pero mis ojos aún están pesados. Él no ha hecho ningún contacto. Nada. Ni siquiera una disculpa con un texto de mierda. Mientras termino con mis pensamientos, mi teléfono vibra y el nombre de Pedro parpadea a través de la pantalla. Mi estómago cae. 

He estado esperando por su llamada, con la esperanza de que lo haría, pero ahora que lo hace… Estoy enojada de que le tomara tanto tiempo. Golpeé ignorar y tiré otra almohada sobre mi cara. Vibra de nuevo. Mis dedos se clavan en la almohada cada vez que mi teléfono hace un ruido. Un par de veces más hasta que se detiene. Vibra dos veces rápidamente indicando un mensaje de voz, lo tomo y marco mi cuenta. La voz robótica y monótona me dice la hora y fecha de la llamada. Me muerdo las uñas con nerviosismo y juro que el robot está diciendo los números lentamente sólo para meterse conmigo. Entonces oigo la voz de Pedro
 
―Estoy tan jodidamente apenado,Pau . No quise correrte así… Te acababa de ver con mi mamá y yo… ―exhala―. Me estoy volviendo loco aquí… Te necesito.

Él cuelga y el robot me pregunta si quiero borrar el mensaje.
Desconecto la llamada y dejo caer el teléfono en mi cama. 

¿Qué voy a hacer?

No tengo ni idea de cómo manejar esta situación… Nunca he tenido que "arreglar" las cosas antes. Con Ramiro él se iba y volvía más tarde como si nada.¿Es así como funciona?

 Mastico mis uñas hasta que duelen, el pensamiento y hacia dónde ir me enloquecen. Aún estoy tan molesta… No puedo hablar con él ahora mismo porque voy a decir algo estúpido.
Media hora más tarde todavía estoy contemplando mi próximo paso, pero luego mi puerta se sacude bajo tres suaves golpes y todos los pensamientos huyen de mi mente. Mierda. Probablemente es Pedro. Bueno, no es probable. Estoy cien por ciento segura de que es Pedro.  
Me deslizo fuera de la cama y camino a través de la oscuridad hacia la puerta principal. Me muerdo el interior de mi mejilla y me sorprende que no he hecho sangre. Cuando abro la puerta la mirada de Pedro se arrastra desde el suelo hasta mi cara. Sus cejas se juntan por encima de sus ojos tristes y lamentables rastrillando sus dientes sobre su labio inferior antes de que me pregunte: 
―¿Has estado llorando?

―No ―respondo de inmediato, pero hasta yo puedo ver a través de eso.  
Mis ojos están hinchados, puedo sentirlo.  
―¿Puedo pasar?  
Me estremezco.  
―¿Quieres que te muestre la misma cortesía que me mostraste hoy?

―Él no dice ni hace nada―. No. Vete a casa.  
Doy un paso atrás y empujo la puerta para cerrarla, sólo que cuando me doy la vuelta la puerta rebota, chocando con la pared. Me enfrento a Pedro de nuevo y mis ojos caen a sus pies. La punta de su zapato está en mi apartamento y por alguna razón me irrita.
―Te dije vete a casa.

―Lo hiciste, pero no voy a ninguna parte. No cuando sé que me necesitas. ―Se inclina contra el marco de la puerta, respetando mis límites y no entrando en mi casa―. Sé que herí tus sentimientos y lo siento mucho.Sólo me tomaste por sorpresa.

¿Eso es todo? ¿Lo sorprendí con la guardia baja?  

―Me mandaste lejos como si fuera una especie de animal ―siseo ―Fue…

―Repugnante. Fue egoísta y grosero, y sé que no puedo hacerlo de nuevo, pero al menos deja que me disculpe y te lo compensaré. Ahora estoy aquí… por favor. 
Atrapo mi labio entre los dientes. Quiere hacer las paces conmigo.

Nunca he tenido alguien que quiere hacer las paces conmigo antes. He comprado cosas que no quiero, por la insistencia, pero nunca he tenido a nadie queriendo hablar y pedirme disculpas correctamente. 
―Si te dejo entrar, me tienes que contar todo.
Él asiente e ignoro su vacilación.

―Entra.

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