domingo, 20 de abril de 2014

CAPITULO 56



Desaparece de nuevo en su oficina y yo pongo mi cabeza en mis manos antes de rastrillar los dedos a través de mi cabello largo y suave. ¿Qué demonios voy a hacer? No me siento cómoda sacando este tema con Pedro. Saco mi teléfono del bolsillo y busco al nombre de Pedro. Mi pulgar se cierne sobre botón de “llamada”, pero no me atrevo a presionarlo. Toda esta situación podría haberse evitado si Pedro dormía conmigo cuando yo quería y luego me dejaba sola. En su lugar, enterramos nuestro camino bajo la piel del otro… y  se desarrollaron sentimientos. Esos mismos sentimientos están actualmente heridos porque Pedro besó a alguien más. Niego. No sé eso a ciencia cierta.  
Ramiro juega sucio y está celoso. Si hago suposiciones y Ramiro mintió, voy a quedar como una idiota. Mi teléfono vibra en mis manos y el nombre de Pedro aparece en mi pantalla.
 
DE: PEDRO. HORA: 8:37 A.M.  
¿Almuerzo?


PARA: PEDRO. HORA: 8:38 A.M.
No puedo. El auto no arranca, y estoy en el trabajo.
 
DE: PEDRO. HORA: 8:38 A.M.
¿Cuándo es tu descanso? Voy por ti.
Vamos a almorzar.
 
Me siento como una tonta cuando una sonrisa tira de mis labios.
 
PARA: PEDRO. HORA: 8:39 A.M.
El descanso es a las 11.
Te veo entonces.
 
Antes de regresar mi teléfono a mi bolsillo, vibra de nuevo.

DE: PEDRO. HORA: 08:39 A.M
No puedo esperar. :)
 
No puedo esperar…
No puede esperar a verme. Me siento aturdida y emocionada a su vez  lo que me hace sentir estúpida. Pedro me afecta. En cuestión de segundos,puede hacer que me enfade cuando estoy contenta y feliz cuando estoy enojada. Pongo mi teléfono de nuevo en mi bolsillo y tomo una respiración por la nariz. Le preguntaré a Pedro directamente lo de anoche y actuaré como si no fuera gran cosa.
Esperar para que lleguen las once fue una tortura, pero cuando finalmente llegaron me gustaría tener más tiempo para pensar cómo voy a abordar el tema.
―Voy a estar de vuelta en una hora,Carlos ―digo desde mi escritorio.
Me levanto de mi silla mientras Carlos pasea fuera de su oficina con un bonito traje marrón con una bonita corbata amarilla que se apoya contra su camisa blanca. Su atuendo combina muy bien con su cabello dorado y ojos claros. En su mano, mueve nerviosamente las llaves de la oficina.
―¿Vas a comer? ―pregunta, apoyándose en mi escritorio. Su largo dedo índice acaricia la esquina de una hoja suelta de papel.
―Sí.
―Genial, iré contigo.
―Oh ―le digo, poniéndome de pie―. En realidad me estoy encontrando con alguien. ―Las palabras son torpes en mi lengua.
―¿Vanesa? Estoy seguro de que no le importaría si me uno a los dos.
―No, no es Vanesa. ―Enderecé el fondo de mi vestido―. Estoy almorzando con…
Dejo de hablar cuando la puerta se abre y Pedro entra luciendo tan guapo como siempre con una camiseta negra que se aferra a su pecho y brazos, como una segunda piel. Su cabello oscuro está húmedo y rebelde,como si acabara de pasar sus dedos a través de él.
Pedro ―afirma Carlos, terminando la frase por mí.
La mandíbula de Pedro se aprieta.  
―Carlos.
Mi mirada se desplaza de Carlos a Pedro, de Pedro a Carlos. Esto no esta ocurriendo en estos momentos. Ellos no se conocen entre sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario