viernes, 18 de abril de 2014

CAPITULO 51



Sus palabras me golpearon como una tonelada de ladrillos y siento ganas de llorar. Me encuentro haciéndome las mismas preguntas una y otra vez. ¿Por qué está aquí? ¿Por qué no está por ahí follando chicas y golpeando cosas?
Me alejo de su agarre y me siento.
―No espero nada de ti, Pedro. No eres mío y ya has dejado claro que no soy tuya, aunque esta es la segunda vez que has dormido en mi cama.
Siempre estás sobre mí, siempre haciendo cosas agradables, pero luego lo destruyes con palabras duras. No quiero esto. No quiero esperar por ahí tratando de descifrar qué juego estás jugando conmigo.
Pedro me agarra y trato de escaparme, pero se inclina hacia delante,agarrando mi muslo y mi brazo, tirando de mí de nuevo hacia él. Mi pecho se alinea contra el suyo y el olor que emana de él es embriagador. Envuelve una pierna alrededor de las mías, fijándome a su duro cuerpo. Sus labios se rozan contra los míos y mi respiración se ralentiza. ―Te necesito, Paula. ―Sus manos acarician mi cabello y luego mis hombros. Mi piel hormiguea y me presiono con más fuerza contra él―. No puedo soportar estar lejos de ti. Hago cosas agradables y digo estupideces,porque tengo miedo. Pensé que iba a hacerte daño, pero esta noche cuando te fuiste, y las chicas de promoción que suelen hacerme compañía después de una pelea entraron en mi habitación, me di cuenta de que nunca te haría daño, no así. ―Sus labios besan suavemente los míos―. Quiero que seas mía, pero no estoy listo. Todavía me estoy acostumbrando a la idea de pasar la noche con una chica sin tener sexo.
Me río, a pesar de las súbitas lágrimas que humedecen mi mejilla
―Eres un hombre muy confuso.
―Oh, se pone peor.
Lo beso, desesperadamente y él está sorprendido, puedo sentir la falta de respuesta en sus labios, pero no toma mucho tiempo para que sus fuertes brazos me aplasten contra él y su lengua corra a través de mi labio inferior.
Abro boca y sus labios carnosos me consumen. Rueda su gran cuerpo en mi dirección y se mantiene por encima de mí. Su muslo presiona contra el calor entre mis piernas y yo jadeo. Él está tan tranquilo y sereno, mientras yo estoy jadeando y retorciéndome. Estoy tan tensa, tan caliente y sólo quiero una liberación.
―No puedo tener sexo contigo ―murmura contra mi boca.
Recorro sus costados con mis manos y dentro de sus calzoncillos de algodón. Mantengo la calma y trato de no hacer un gran escándalo por el tamaño de su pene. No es de extrañar que las chicas le pidan más. Sólo he tocado otro pene en mi vida y fue el de Ramiro. El suyo no se compara con el monstruo que tengo en mi mano ahora mismo. Deslizo mi mano hacia arriba por su pene y sus músculos tiemblan cuando rozo mi dedo sobre la punta de su gruesa erección. Por encima de mí se estremece y es tan sexy. Tener cualquier tipo de poder sobre esta bestia de hombre es todo el juego preliminar que necesito.
―Quieres, sin embargo ―bromeo.
 
Se mueve hacia atrás, y mi mano se cae de sus calzoncillos.
―No tienes ni puta idea ―gruñe.
Pedro presiona todo su peso sobre mí y reclama mi boca con su lengua.Cuando se aparta, estoy sin aliento y lista para cualquier cosa.

―Eres una buena chica y quiero que estés segura de que esto es lo que quieres porque no estoy garantizando nada. No hasta que esté listo. ―Su voz es pecaminosamente oscura en mi oído y cuando su respiración caliente entra en contacto con mi piel, las corrientes eléctricas ondulan a través de mí.
Hago correr mi lengua por su cuello suave, limpio y muerdo el lóbulo de su oreja.

―Esto es lo que quiero… pero tal vez no en este momento.
¿Qué diablos estoy diciendo siquiera? ¡Lo quiero ahora! Lo quiero demasiado, pero no estoy dispuesta a perder su compañía. ¿Qué pasa si hacemos esto y decide no pasar más el rato? He visto la forma en que trata a las chicas… No quiero ser una de ellas. Dice que quiere hacerme suya y no quiero nada más que creerle, pero no puedo poner mi confianza en él.Todavía no.
Pedro sale de mí, llevándome a su lado. Me gusta estar aquí. Me gusta estar metida bajo su brazo y reconfortada por su calor, pero no será así para siempre.

―Buenas noches, Paula ―murmura, apretando mi hombro.
―Buenas noches.

Me acurruco más apretada en su costado. Espero que en las próximas semanas, pueda decidir qué demonios voy a hacer con él. Es sólo un poco de diversión. ¿Está bien?, me pregunto. No puedo dejar de sentir que ha pasado más allá del punto de diversión. Diversión hubiera sido dormir juntos la noche que me llevó a casa del club. Pasar noches sin sexo juntos parece más serio que diversión. Expulso una exhalación silenciosa de mis labios y me hago la misma pregunta que siempre me hago en presencia de Pedro. ¿Qué estoy haciendo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario