Llego a casa tarde porque me decidí a hacer un viaje a la tienda de comestibles por algo más de fruta fresca y verduras.
Cuando pongo todo en el refrigerador, me voy a mi habitación para prepararme para esta noche.
Recojo mis dos vestidos del suelo y decido usar el vestido de coctel color coral con escote palabra de honor.
Es seguro y si hago mi propio peinado y maquillaje no tendré que verme como una prostituta clase A de nuevo.
Levantar un tipo definitivamente no está en la agenda para mí esta noche.
La única razón por la que dije que sí a Vanesa fue para conseguir sacar a Pedro de mi maldita espalda.
Quiero ir a cenar con él, pero no puedo confiar si su solicitud es auténtica o si todo es parte de un gran plan. No lo sé. Tal vez estoy leyendo demasiado en él.
Vanesa aparece a las ocho treinta vestida igual de glamorosa que la noche anterior en un vestido entubado de color rosa salmón y tacones de aguja blancos. El segundo en que ve mi vestido se encoge.
―¿En serio? ¿El vestido coral?
Asiento y descorcho el champagne.
―Sí, es seguro.
Sus tacones son monstruosamente altos y estoy sorprendida de que no se ha roto el cuello todavía.
―¡Oh, vamos a un club no llevar a un niño a una orientación preescolar!
Ruedo los ojos mientras sirvo el champán en dos copas de flauta. No sé cuál es su problema. El vestido coral es hermoso.
No es revelador o apretado es… aburrido. Lamentablemente, la realización me afecta más de lo que quiero que lo haga.
La fría mano de Vanesa toca mi hombro y me doy cuenta de que estaba en otra parte.
―No es tan malo. No fue mi intención molestarte.
Me burlo y finjo que no pasa nada con una risita.
―Estaba pensando en otra cosa y completamente en otra parte.
―Entonces ―dice, cambiando de tema―. Mi amigo dice que Ramiro está en Heaven´s esta noche, así que vamos a regresar a Lux´s… ¿si eso está bien contigo?
―Absolutamente, pero no quiero quedarme fuera demasiado tarde.Tengo trabajo por la mañana y no puedo darme el lujo de dormir hasta tarde de nuevo.
Ella toma su copa de champán de la banca y bebe un gran sorbo. Su lápiz de labios de color rosa tiñe la copa y sé va a ser un dolor en el trasero tratar de quitarlo por la mañana.
Los labiales de Vanesa son como marcadores permanentes.
―Apuesto a que Carlos estaba enojado porque llegaste tarde hoy.
Tomo un sorbo del burbujeante líquido color amarillo y coloco la flauta en el banco.
―No estaba demasiado enojado, pero creo fue sólo porque quería que dijera que sí a la cena.
―¿Te pidió salir a cenar otra vez?
―Sí, y le dije que no por billonésima vez.
―¿Por qué sigues diciendo que no? Caray, yo iría si me lo pidiera. Es un nene total para su edad y tiene dinero, ah, y los ojos en él perforan directamente mi coñ…
―Está bien ―le grito, interrumpiéndola. Mi cara se arruga con sus palabras sucias. No creo que pueda soportar oír “Carlos” y “coño” en la misma frase―. Vane, tiene como cuarenta y tantos años y es mi jefe.
―¿Y?
―Mira, si lo quieres, ve por él. No voy a detenerte y con suerte eso lo sacara de mi espalda.
Ella sonríe.
―Tal vez lo haga.
El taxi aparece a las nueve en punto y Vanesa me arrastra de la casa antes de que tenga la oportunidad de cambiar de opinión… de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario