Ella atrapa su regordete labio inferior entre los dientes y lo libera,iluminando mi cuerpo como un maldito árbol de Navidad. Paula siempre ha sido indiferente cuando se trata de chicas hasta ahora, y el pensamiento de ella reclamándome hace que mi cuerpo se encienda con fiera pasión. Ella engancha su muslo sobre mi cadera, apretándome contra ella.
—No me gusta oír tu nombre en los labios de otras chicas. —Sus dedos serpentean alrededor de mi cuello y lleva mi cabeza más cerca hasta que sus labios acarician mi oído—. Tu nombre saliendo en jadeos de excitación debe solo caer de mis labios y los labios de tus espectadores, no de chicas al azar en restaurantes.
Su tono es agresivo y posesivo, un tono que nunca pensé que iba a oír venir de mi dulce “hago lo que me dicen” Paula. Quiero desabrochar mi camisa para poder respirar un poco mejor, pero tengo que esperar y ver, esperar a lo que ella va a decir a continuación. Sus ojos se estrechan.
—No desaparecerás con otra chica nunca más. Incluso si estoy llorando y mi pecho está hipando con sollozos, no me dejarás, maldición.
Abro la boca para estar de acuerdo con todo lo que quiera, pero ella da un tirón de mi cuello, deteniendo la formación de mis palabras y tirando de mis labios con fuerza contra los suyos. Sus manos empujan con fuerza contra mi pecho y dejo que me gire sobre mi espalda. Ella está a horcadas sobre mí, su cálido centro cerniéndose directamente sobre mi longitud que presiona con fuerza contra mis pantalones.
Puedo sentir su calor irradiando a través de la tela,provocándome. Su lengua se desliza contra la mía y este beso no es como nuestros besos habituales, la clase de besos donde yo lidero. Ella me está reclamando,diciéndome exactamente cómo van a ir las cosas y no puedo estar más atento.
Puedo sentir su calor irradiando a través de la tela,provocándome. Su lengua se desliza contra la mía y este beso no es como nuestros besos habituales, la clase de besos donde yo lidero. Ella me está reclamando,diciéndome exactamente cómo van a ir las cosas y no puedo estar más atento.
Demonios, estoy de acuerdo en cualquier cosa que quiera que haga si eso significa que ella tomará control de mí así todo el tiempo.
Su mano corre por mi estómago antes de deslizarse entre nuestros cuerpos y presionar su palma derecha contra mi pene duro.
—Podría hacer que te olvides donde estás… olvides tu nombre y te olvides de ella con un golpe de mi lengua. —Su dedo se contrae nerviosamente contra mi pene y yo sutilmente flexiono las caderas contra su mano. Ella nunca ha puesto su boca en mi pene antes. He pensado en eso un millón de veces y he querido que lo hiciera, pero nunca he presionado—. Pero me gustaría mucho más que te sientes y te cocines a fuego lento, culpándola por no conseguir nada esta noche.
Paula se desliza fuera de mí y yo de repente me apoyo sobre mis codos. Mi cabeza gira mientras el oxígeno inunda mis pulmones, descuidando mi cerebro.
Sus dedos se arrastran hacia arriba por un lado de su cuerpo antes de curvarse alrededor de la cremallera y arrastrarla hacia abajo a lo largo de la longitud de su torso. Cuando la cremallera se acerca el final, el vestido cae de ella, quedando en un charco junto a sus altos tacones cristalinos. Las palabras me fallan ante la vista de ella y toda su maldita perfección desnuda cuando mis ojos se arrastran por su cara bonita, sobre sus delgados hombros y se detiene en sus perfectos pechos redondos. Miro fijamente durante unos segundos mientras ella se queda allí parada, dejándome admirar su forma completa. Mi mirada finalmente deja sus pechos antes de hacer su descenso hacia su ombligo suave y hacia la hendidura desnuda entre la brecha en sus muslos. Jodido. Jesucristo. Cierro mis ojos por un instante en un intento de evitar un accidente prematuro. Ella no tiene que tocarme y estoy listo para correrme. Quiero que se acaricie mientras me toco y quiero que ella lo haga con esos tacones. Ella se gira y camina hacia el cuarto de baño.
Yo me siento de golpe. ¿A dónde se cree que va?
Ella se vuelve hacia mí, protegiendo su cuerpo con la puerta del baño.
—Voy a ducharme y luego me voy a la cama.
¿A la cama? ¿Ahora? ¿Después de que me llevó al borde? No lo creo. Me lanzo fuera de la cama, listo para unirme a ella en la ducha, pero ella niega con la cabeza, deteniéndome en mi camino de guerra al éxtasis.
—No.
—¿No? —No puedo creerlo. ¿Cuándo me ha dicho que no a mí? ¿Es posible fruncir el ceño con una sonrisa? Estoy bastante seguro de eso es lo que estoy haciendo—. Eres sádica.
Con un movimiento de sus cejas, ella cierra la puerta del baño, dejándome solo en el dormitorio. Miro los paneles color chocolate de la puerta, mis dedos pican de ganas por alargar la mano y girar la manija dorada de la puerta. Si no la hubiera cabreado esta noche, tiraría la puerta debajo de una patada y le mostraría exactamente quién está en control aquí, pero ya que ya soy el malo, voy a dejarlo.
La lastimé, así que puede tener el control de la noche y solo por esta vez. Suspiro, girando sobre mis talones y saliendo del dormitorio. Va a ser una larga puta noche.
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