viernes, 30 de mayo de 2014

CAPITULO 188



Pedro
 
Ella se deja caer sobre la cama y comienza a quitarse los zapatos, mientras me apoyo contra la pared con los brazos cruzados firmemente sobre mi pecho. 


Observo mientras tira de los grandes aros de sus orejas y uno después el otro, los arroja a la mesita caoba. Ella está preparándose para la cama, pero no hay manera en el infierno de que vaya a dejarla ir a dormir aún, no hasta que derrumbe cada pensamiento que tiene y le asegure que ella es todo lo que quiero. Voy a reponer el amor que haya perdido conmigo esta noche y algo más, no voy a tomar nada menos que ciento cincuenta por ciento.


—Dime las dos pequeñas palabras que te dije en Boston.

Ella niega con la cabeza. Sé que no quiere entrar en esto ahora, pero le daré opción.


—Pedro… 


—Dime —exijo, dando un paso adelante—Quiero escucharte decirlo. 


—Te amo —murmura. 


Bastante fácil.


—Ahora pregúntame a cuántas chicas se las he dicho, aparte de ti.


Olivia suspira, su actitud de repente irradia de ella en olas.

—No quiero…


—Pregúntame. —Mi voz sale mucho más agresiva de lo que pretendía, pero la asusta lo suficiente como para responderme.


—¿A cuántas? —espeta.


—Ninguna. 

Ella me mira y la vista de su rostro es casi suficiente para hacerme fallar y olvidar toda la situación.


—Pero eso ya lo sabías, entonces ¿por qué estás molesta?

Ella mira hacia abajo, a sus manos.


—Porque… 

—¿Por qué una chica con la que tuve sexo en el pasado se acercó a nosotros en la cena? ¿Por qué la acompañé lejos de la mesa porque me di cuenta de lo mucho que te estaba molestando? —Descruzo mis brazos—. No podía dar dos mierdas sobre esa chica y me duele que pienses que significa algo para mí.Rápidamente paso mis dedos por mi cabello. Necesito que crea que la chica no era… no es nada para mí—. Ella era tan extraña para mí como lo fue para ti.


Me acerco a la cama y me dejo caer de rodillas delante de ella. Su cuerpo está tenso, a la espera de que yo haga algo. 


Deslizo mis manos por sus lisas pantorrillas hasta los lados de sus muslos. Sus magníficos ojos verdes se fijan en
los míos y la intensidad de ello hace que mi corazón se acelere. 

—¿Qué más puedo decir? ¿Tuve sexo con esa chica? Sí, dos veces, pero te puedo decir con un cien por ciento de honestidad que ni siquiera recuerdo cómo fue… Ya no me acuerdo de mi vida sexual antes de ti. No lo hago. Tú eres mi resolución, O. Tú eres la persona con la que estoy aquí… la persona con la que elijo estar aquí. —La agarro, acercándola más a mí—. Te amo. Joder, te amo más
de lo que nunca sabrás y sé que esta noche te hice daño, pero te juro por Dios que pasaré el resto de mi vida compensándote.

Sus ojos se mueven rápidamente entre los míos mientras absorbe lo que dije.

—Ni siquiera puedo decirte su nombre —añado, con sinceridad—. Pero puedo decirte tu nombre. —Siento mis labios sacudirse—. Puedo decirte tu color favorito, comida favorita, libro favorito y tu marca favorita de perfume. Puedo descargar tu canción favorita en este momento y no tener que pensar dos veces en ella. Sé que te gustaría que nunca hubiera conocido a ninguna otra persona. —Me acerco unos centímetros, llevando mi cara a la de ella—. Si pudiera volver atrás y cambiar las cosas, lo haría, sin dudar. Pero no puedo. Por lo tanto, todo lo que estoy pidiendo es que confíes en mí. Nunca podría ni te haría daño de esa manera. Nunca. Eres buena y te mereces algo bueno. Sé que estoy lejos de eso,pero lo que soy es todo lo que tengo para ofrecerte. Si me quieres, tendrás todo: mis problemas, mis pasiones, mi pasado, todo. 

No necesito una respuesta de ella para saber que está contenta con lo que he dicho y obtengo la reacción que quiero al sentir las yemas de sus dedos subiendo por mis brazos. 

Paula es la clase de persona que se cierra cada vez que está molesta. No tocará o hablará. Ella prefiere la soledad, revolcarse en sus propios pensamientos. 

Al diablo con eso. La idea de dejarla sola durante un segundo cuando está molesta me mata y es aún peor cuando sé que soy el que la puso molesta en primer lugar. 


No hay filtro en mi boca o mis acciones. Lo hago y veo los químicos reaccionar. Es un experimento científico, la verdad. 

Los dedos de Pau se enroscan alrededor de mi cuello y me tira sobre la cama.

De buen gusto la sigo, dejando de lado sacarme los zapatos. Su cuerpo suave y sensual se amolda perfectamente al mío, y me encanta lo suave y femenina que es.

Bajo mi boca a la de ella y puedo sentir su aliento rápido y nervioso en mi cara,pero antes de que la toque le digo: —Malditamente te amo, con todo lo que tengo... y no voy a tomar nada menos de ti.

—Y yo también te amo.

Paso la mano sobre la parte superior de su cabeza, alisando los mechones oscuros mientras la miro a los ojos.

—Dime cuánto me amas.

Quiero oírlo. Quiero que ella use metáforas ridículas y líneas débiles. Lo necesito. Tengo que estar tranquilo porque jodidamente no la perderé, no esta noche. 

Su mirada se mueve nerviosamente sobre mi cara.

—No puedo...

Siento que mis cejas se juntan.

—¿Por qué? 

—Porque no hay palabras que describan lo que siento por ti. —Ella traga fuerte—. Puedo decirte que te amo hasta la luna ida y vuelta, pero en lo que a mí concierne, no es suficiente. Puedo decirte que te amo hasta otro universo ida y vuelta y la distancia aún no es suficiente para describir lo que siento. Te amo. Te amo más que cualquier palabra, cualquier objeto, cualquier emoción y cualquier medida de distancia que esta vida pueda representar alguna vez. 

Los grandes ojos verdes de Paula siguen fijos en los míos y ella se aclara la garganta.


—Reaccioné exageradamente... —La esquina de su deliciosa boca se tuerce—Tal vez, pero es solo porque te amo y eres mío. 

Estoy de acuerdo. 

—Soy tuyo. 

Líneas abren camino a través de su la cara de otra manera suave, como si quisiera sacar algo fuera de su pecho. 

—No quiero que otras chicas te toquen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario