viernes, 9 de mayo de 2014

CAPITULO 119



Difícilmente veo a Pedro los próximos seis días. Está tan ocupado con la formación y la preparación para este fin de semana. Incluso estoy nerviosa.

Nos vamos hoy y Pedro debería estar aquí dentro de veinte minutos para recogerme. Lamentablemente, Vanesa no puede venir esta vez. Su padre ha solicitado que empiece a hacer algo con su vida y haga horas extras en la empresa. Ella está angustiada por eso, pero ahora que ha investigado algunos cursos que puede estudiar, se siente un poco mejor, pero su padre aún sufre su frío trato. Mi teléfono suena, sacándome de mis pensamientos. 

Salto del sofá y corro al banco de la cocina donde estoy cargando mi teléfono. Quito el cable y lo contesto.


―¡Ey! ― chilla la alegre voz de Vanesa―. ¡Lo he conseguido! ¡Sé lo que voy a ser!

―¿Qué?

―¡Un oficial de policía!  
Casi me río a carcajadas.Vanesa, ¿un oficial de policía? No lo creo. Odia limpiar porque siempre se rompe una uña. Estoy bastante segura que no puede tener largas uñas pintadas con colores extraños como un agente de la policía… código de vestimenta y todo eso. 
―¿Un oficial de policía? ¿En serio?

Ella suena casi ofendida. 
 
―¿Qué hay de malo en eso?

―Estoy tratando de imaginarte al perseguir a los malos y disparar armas. No te ofendas, pero no luce bonito.  
Ella resopla. 
―Sí, bueno, te lo voy a demostrar. De todos modos, te vas hoy y estoy tan disgustada. Ojalá pudiera ir… voy a extrañar a Luciano.

Abro el refrigerador y agarro dos botellas pequeñas de agua. 
 
―Caramba, no me extrañes o cualquier cosa.  
Cruzo el suelo de la cocina y entro en la sala de estar. Pongo las dos botellas de agua en la parte superior de mi pequeña maleta de color púrpura.  
―¡Sabes que voy a extrañarte! Eso no hace falta decirlo. 
¿Cuánto tiempo vas a estar fuera?

―Ya te lo he dicho dos veces. Vamos a quedarnos unos días en Boston y si gana, la siguiente parada es Las Vegas por una semana o algo así.

―Sus peleas están realmente muy juntas… ¿no necesita tiempo para recuperarse o lo que sea?

No sé mucho sobre el torneo, pero Damian sí, me dijo que una vez que sea profesional pueden pasar meses entre peleas. Hasta entonces, Pedro tiene que evitar ser golpeado tanto como sea posible. Hasta ahora, todo bien.

Todavía estoy por ver un puño conectar con su rostro.
  
―No sé cómo funciona ―murmuro.

Hay un suave golpe en la puerta y mi nerviosismo se eleva a un nivel superior.  
―Oye, me tengo que ir ahora, pero llámame en un día o dos, ¿sí?

―Sí, está bien. Diviértete y no hagas nada que yo no haría. Te quiero.

―Te quiero. ―Cuelgo y deslizo el teléfono en el bolsillo delantero de mi cardigán color limón. Me gusta esta chaqueta de punto. Fue un regalo de mi abuela antes de morir. Mi conjunto favorito para usar con él, es un par de pantalones blancos y un top de encaje blanco. Corro hacia la puerta y la abro. Pedro parece digno de babear como siempre. Cómo se las arregla para llevar un par de pantalones vaqueros y una camiseta gris simple y todavía parecer increíble está molestamente más allá de mí. Su cabello brilla levemente, como si se hubiera duchado recientemente. Su piel parece lisa y suave y tengo muchas ganas de extenderme y tocarlo. Él me absorbe con una
sonrisa divertida en su rostro.

―Eres como un bombón de coco y limón. ―Se ríe,apoyándose en el marco de la puerta.

―Ja. Ja ―digo Inexpresiva.

Da un paso hacia adelante, con los ojos ardiendo llenos de confianza en los míos, no, lujuriosamente.  
―Me encantan los bombones de limón. ―Su sonrisa se vuelve engreída―. Se derriten en tu boca.

Siento un caliente sonrojo arrastrándose hasta mis mejillas y él lo nota.

Sus ojos brillan, viéndose perfectamente divertido con mi reacción y da un paso adelante, permitiendo que sus manos se deslicen en mi nuca.

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