Entonces, me besa, provocándome con los dientes mientras pellizca mi labio inferior. Da un paso hacia delante,deslizando su otra mano hacia abajo por mi lado antes de acunar mi trasero y estrujándome contra él. Sé que está haciendo esto para trabajarme, sabiendo muy bien que no puedo hacer ninguna maldita cosa al respecto. Se aparta y toma mi labio inferior entre los dientes.
―Mm. Sabes mejor que cualquier tipo de dulce.
Me quejo.
―Vas a hacer esto doloroso para mí, ¿no es así?
Él asiente.
―Imagínate lo que está haciéndome a mí.
Doy un paso lejos y ruedo mi maleta hacia él. Cierro mi puerta y sigo a Pedro por las escaleras hasta el coche.
Mi maleta se desliza fácilmente sobre el asiento trasero vacío.
―¿Luciano no va a venir? ―pregunto en voz alta.
Pedro me abre la puerta y subo.
―Sí, pero está viajando con Damian y los otros.
Sonrío. Tiempo a solas con Pedro sería muy agradable.
Apenas lo he visto esta semana y lo he extrañado como una loca. Estoy emocionada de estar dejando Portland y estoy especialmente emocionada porque la pelea de Pedro esté terminada. Ansío, no, necesito estar cerca de él, en todos los sentidos.
Apenas lo he visto esta semana y lo he extrañado como una loca. Estoy emocionada de estar dejando Portland y estoy especialmente emocionada porque la pelea de Pedro esté terminada. Ansío, no, necesito estar cerca de él, en todos los sentidos.
Mientras rodamos por la autopista, un tono de teléfono zumba en el coche y mi atención recae en la consola central. “Mamá” está llamando. Pedro rápidamente golpea ignorar.
―¿Cómo está? ―pregunto―. ¿Terminó yendo al programa?
Miro de reojo a Pedro. Sus manos aprietan el volante brevemente.
―¿Tú qué piensas? ―Su voz es casi triste, decepcionado.
Miro mis manos también decepcionada.
Miro mis manos también decepcionada.
―Estaba segura de que lo haría…
Sonríe una sonrisa dolorosamente falsa sin mirarme.
―Está bien. He terminado. Cuando la recogí del hospital anoche…
―Espera, ¿el hospital? ―Sueno más ofendida que preocupada y tal vez lo esté. ¿Por qué no me llamaste?
―Sí, se cayó por unas escaleras en un bar y se golpeó la cabeza. Está bien, es sólo un pequeño corte.
Al darse cuenta de mi aprensión, añade:
―No te llame porque era muy tarde y no estaba de humor para alguien que sienta lástima por mí.
Un poco duro, pero es comprensible… supongo.
―Sólo odio que hayas tenido que hacerlo por tu cuenta.
―He estado haciéndolo por mi cuenta desde hace años. ¿Qué es un poco más, no?
Mi corazón se tuerce en mi pecho. Hay tanta responsabilidad sobre sus hombros. Equilibrar las finanzas, su carrera, requerimientos de una dieta estricta y un entrenamiento intenso, ¿cómo incluso funciona correctamente?
―¿Has dicho que has terminado? ¿Qué significa eso?
―Significa que me niego a llevarla por la vida como un niño durante un segundo más. Entré en contacto con un centro de rehabilitación en California ayer por la noche. La compañía la recogió esta mañana.
Espere un rato para que sus palabras penetraran. Envió a su madre a rehabilitación… ¿al otro lado del país?
―California es muy lejos, Pedro.
Se encoge de hombros.
―La necesito lo más lejos posible de mí. De lo contrario, va a rogar que vaya a visitarla y entonces me convencerá de firmar su liberación. No puedo… no esta vez.
¿No esta vez? ¿La ha enviado a un centro de rehabilitación antes? Miro hacia él. Su mandíbula se aprieta hacia adelante en un ceño fruncido. No le pregunto más. Puedo ver que es difícil para él así que digo lo único que puedo decir.
―Hiciste lo correcto.
La arruga en su frente se suaviza. Dije exactamente lo que él quería oír.
No hay duda de que ha estado jugando una especie de tira y afloja emocional con su decisión y estoy contenta de haber podido aliviarlo un poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario