lunes, 28 de abril de 2014

CAPITULO 83


Se tocan los guantes y el árbitro les envía a sus esquinas. El árbitro aplaude y los dos luchadores corren al centro del ring. Pedro no tiene miedo de lanzar el primer golpe y viene balanceándose. Pedro se las arregla para esquivar todos y se deja caer golpeando sus puños en las costillas de Adam.
Puedo escuchar el aire salir de sus pulmones cada vez que los puños de Pedro hacen contacto. Me duele el pecho y trato de forzar tanto aire en mis pulmones como puedo. Pedro rebota en sus dedos de los pies, agachándose y  esquivando. Tomando un descanso, Adam da un paso atrás para recuperar el aliento. Sus ojos son grandes y de vez en cuando parpadean sobre la multitud. Tiene miedo y Pedro lo sabe también, puedo decirlo por la forma en que sus ojos se estrechan confiadamente en él.

Sabiendo que no puede estar cara a cara con Pedro, Adam va por las piernas de Pedro. Con un ruido sordo,Pedro cae en sus rodillas y se extiende con las piernas,contrarrestando la caída. Adam cae plano sobre su estómago, y Pedro envuelve de alguna manera sus brazos alrededor de su cuello y tira. Inmediatamente, el rostro de Adam se pone rojo, pero se niega a rendirse. El color rojo se convierte rápidamente en azul y mis manos vuelan hasta mis mejillas.
Papá me mira, pero no he perdido todavía. Mis manos se mueven lentamente más cerca de mis ojos cuando Pedro aprieta con más fuerza. El árbitro se pone en la cara de Adam. Está hablando con él y Adam apenas puede mover la cabeza. Mi corazón se estrella contra mis costillas y las ganas de vomitar se elevan dentro de mi estómago. 

―Jesús… ―Me enfado, rastrillando mis dedos por mi cabello. 
La multitud está cantando ahora.  
―Toque. Toque. Toque.

Los ojos de Adam se hacen pesados y cuando estoy segura de que va a desmayarse o morir, apresuradamente golpea el suelo del ring.Pedro libera al hombre de sus manos y salta a sus pies. Damian, Luciano y otros dos se apresuran dentro del ring para felicitarlo. Toma los abrazos y da palmadas en la espalda con modestia y acecha desde el ring. Su sexy mirada oscura me busca y cuando me ve, chasquea la cabeza en dirección a su habitación.

Afortunadamente, papá está charlando con alguien a su izquierda y no ve el gesto de Pedro. Vanesa por su parte está sacudiendo la cabeza hacia mí con la sonrisa más amplia que alguna vez le he visto hacer.

―Todavía no me ha dicho los detalles sucios. 
 
Le doy una palmada en la pierna y ella se ríe a carcajadas. No quiero que papá la escuche. Él cree que estamos saliendo lo que obviamente implica el sexo, pero eso no significa que tenga que oír hablar de eso. 
―Regresaré ―le informo mientras me abro paso hacia el pasillo y luego hacia el corredor hasta la habitación de Pedro. Siento la mirada lodosa de Dom en mí cuando paso su habitación y mantengo mis ojos por delante de mí, concentrándome sólo en la puerta con el letrero de “Alfonso”. Mis manos aún tiemblan a causa de la pelea y el pomo de la puerta tiembla en mi mano,mientras lo giro. 

Cuando entro, una delgada capa de vapor me envuelve y
una corriente eléctrica pulsa a través de todo mi cuerpo cuando me doy cuenta de que está en la ducha. Cierro la puerta tras de mí y me dirijo a la puerta abierta del cuarto de ducha. Mis dedos rozan la madera húmeda y cuando estoy a punto de abrir la puerta, la puerta principal se abre de golpe y el equipo de Pedro (incluyendo a papá y Vanesa) llega a raudales. Están cantando y entonando y mi excitación disminuye.

Parece que los impulsos sexuales entre Pedro y yo van a tener que esperar. Doy un paso lejos de la puerta, moviéndome hacia el lado opuesto de la habitación para estar al lado de papá. Cuando Pedro surge de la ducha con una toalla blanca colgando bajo en sus caderas, está usando la misma expresión decepcionada que yo. Es lindo y le sonrío.

Pasa sus dedos por el cabello húmedo enviando gotitas de agua en todas las direcciones.

―¡Todos vamos al bar de Klein esta noche! ―anuncia Luciano―Pónganse sus zapatos de baile señoras y señores.Jala a Vanesa en un abrazo, reclamando su boca con la de él. ¿Están juntos o tienen un arreglo similar al de Pedro y yo? 

―Voy a saltarme este ―responde Pedro, sacando una camiseta blanca de su bolsa y deslizándola por la cabeza.
  
Casi hago pucheros cuando la mitad superior de su cuerpo desaparece debajo de la tela. Su equipo (incluyendo a mi padre) protesta la decisión. Si se ponen algo más ruidosos estoy convencida que mis tímpanos van a estallar. Papá lanza su brazo sobre mis hombros y habla sobre el resto. 
 
―Paupy necesita un hombre grande y fuerte para protegerla cuando salimos y Dios sabe que soy demasiado viejo para eso.
Me estremezco al uso de mi apodo y no hay manera de que mi padre se esté yendo de fiesta. No en su condición. 
―Papá, no vas a salir. 
 
―Como el infierno que no lo estoy. Tu mamá me arruinó la última salida. Voy a pasarlo bien esta noche.

―¿Por qué no salimos tú y yo en cambio, Ricardo? No vamos a ir a beber o a algún club de striptease, pero estoy seguro de que podríamos encontrar algo más, como el golf ―sugiere Pedro, tirando de sus pantalones hasta el final y abotonándoselos. Arroja la toalla mojada a un lado y el aire emana desde mis labios. Estoy sorprendida que Pedro que incluso ofrezca pasar el rato con mi papá. A papá le encanta el golf y le encanta Pedro, sé que va a pasar un buen rato. Miro de reojo a papá y está tratando de no sonreír.

―¿Quieres jugar al golf? Ha pasado tanto tiempo desde que sostuve un palo de golf. ¿Cuándo fue? ―me pregunta.
―La Navidad de hace tres años.  

La única razón por la que sé que es porque atrapé a Ramiro teniendo relaciones sexuales con una chica de carrito de transporte el mismo día.

Feliz Navidad a mí. Aplasto el pensamiento de mi mente. Pertenece al pasado.

Todo el mundo está mirando a mi papá y Pedro con una gran expresión de “¿Qué carajo?”. Espero que no vayan a estar enojados. Pedro es el único que sabe que mi papá tiene la presión arterial alta y sé que el alcohol va a 
hacerlo peor. Finalmente, papá y Pedro están de acuerdo sobre el golf y salen de la habitación. El equipo vuelve su mirada hacia mí y tomo un ligero paso atrás. 

―No me miren así. Estoy tan sorprendida como ustedes. 

―Eso está bien, podemos festejar por él ―establece Luciano―. Vamos a ir a nuestras habitaciones, nos cambiamos de ropa y nos encontramos en el vestíbulo en una hora. 
 
El equipo sale de la habitación, cantando y gritando. Los sigo de cerca por detrás. Lo último que quiero es estar atrapada a solas con Dom de nuevo.  

No puedo soportar a ese tipo. El hecho de que me tenga en la mira como una maldita venganza es suficientemente preocupante. Me imagino las manos de Dom en mí y un sucio escalofrío rueda por mi espina dorsal. Lo imagino siendo implacable y brutal con ese tatuaje de dragón espeluznante sonriendo hacia mí todo el tiempo. Estaría de acuerdo en tener un trío con Vanesa y Luciano antes de que alguna vez considere a alguien como Dom Russell.

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