El resto del viaje es tranquilo y lo miro de reojo de vez en cuando. Sus ojos están siempre pegados a la carretera y una de sus manos agarra el volante con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos.
El viaje no es largo y estoy tan dolorosamente consciente de su presencia que apenas noto las calles y casas pasando. Afortunadamente, el auto finalmente se detiene rápidamente fuera de mi casa.
―Gracias ―digo sin mirarle.
Abro la puerta y me deslizo fuera del auto. Detrás de mí, escucho su puerta cerrarse también y mi estómago se aprieta. ¿Qué demonios se supone que debo hacer ahora? Me sigue cerca detrás de mí, mientras subo las escaleras y abro mi puerta.
Retraso unos pocos segundos volverme, pero cuando lo hago estoy cara a cara con Pedro.
Mi sensor de luz tardío se enciende e ilumina sus rasgos: el cabello negro, los ojos oscuros con pequeños ríos dorados y, finalmente, un conjunto de labios deliciosos; y todos están a unos centímetros de mí.
Mi cuerpo lo sabe también. Todo dentro de mí está firme y en estado de alerta a la espera de que les dé la señal para dejarse ir.
Doy un paso un poco más cerca de él, animándolo.
Él me está mirando, sus ojos bailan mientras su boca se mantiene curvada en una sonrisa torcida. Tengo una urgencia repentina y salvaje de estirarme y presionar mis dedos contra esos labios perfectos.
―Quise decir lo que dije antes ―dice. Su voz es baja y llama mi atención de sus labios a los ojos―. Eres demasiado buena para gente como él… y yo.
Frunzo el ceño, desafiante.
―¿Quién dice que soy buena?
Pedro se inclina hacia mí y mi aliento queda atrapado en mi garganta.
Está tan cerca que su olor me atraviesa y el deseo se hincha entre mis muslos. La colonia que está usando me da ganas de cerrar los ojos e inhalar tan profundamente como pueda, pero no lo hago porque sería escalofriante.
No puedo ser normal, aburrida y escalofriante. Sus ojos están enfocados en mí mientras su mano se desliza firmemente alrededor de mi cintura. Mi pulso se acelera y mi piel cosquillea por todas partes. Quiero lamer su pecho y besar sus labios. Quiero sentir sus manos ásperas en todo mi cuerpo.
Oh,Dios. Lo quiero. Está tan mal, es tan impropio de mí,pero no puedo detener el deseo puro y animal en la boca de mi estómago.
―Sé que eres buena, porque te sonrojas cada vez que me acerco a ti.―Se inclina y puedo sentir su aliento caliente en mi cara, haciendo que mi pulso se escabulla incontrolablemente―. Tu respiración se acelera o desaparece por completo. Y… ―Desliza una mano firme entre mis piernas.
Jadeo e instintivamente las aprieto, atrapándolo. Sus ojos siguen bailando con diversión diabólica, mientras se burlan de mí―. Digamos, que puedo decirlo por la forma en que reaccionas a mí.
Me encuentro incapaz de hablar mientras me quedo congelada,completamente fascinada por la mano gruesa y áspera atrapada entre mis muslos. Mi respiración es profunda y rápida. Puedo sentir el calor de mi rubor comenzando a extenderse por mi cuello y mi pecho, y se siente como si mi piel se estuviera quemando. Su mano se siente muy bien donde está y no quiero dejarla ir.
―¿Y si no fuera buena? ―contesté, un poco sin aliento―. ¿Qué pasaría esta noche?
―Nada. Si no fueras buena, te hubiera tomado en las duchas hace dos días.
¿En las duchas? ¿Vino por el pasillo específicamente para encontrarme?¿Sinceramente había esperado que abriera mis piernas para él en la ducha del gimnasio de mi padre?
Sus niveles de confianza son irritantemente altos.
De mala gana, abro mis piernas y él saca su mano, pero no antes de deslizar su dedo justo en el centro de mi calor. Un medio gemido, medio jadeo cae involuntariamente de mis labios, pero estoy demasiado excitada para avergonzarme.
Parpadea durante un segundo demasiado largo y su
mandíbula se aprieta notablemente. Puedo ver que está tratando de decidir qué hacer en este momento y rezo porque no me trate como si fuera buena.
Su mano agarra la parte delantera de mi vestido y me tira contra él. No tengo tiempo para reaccionar adecuadamente antes de que agarre mis caderas y presione los labios, que he querido tan desesperadamente besar,contra los míos.
Algo encaja dentro de mí, y con un aumento de caliente
excitación, paso mis dedos a través de su cabello y le devuelvo el beso con desenfreno. Su lengua se desliza por mi labio inferior, persuadiéndome de abrir mi boca. Lo hago y no pierde tiempo en lanzar su lengua dentro.
No voy a parar aquí, de ninguna manera, en mi pequeño mundo, estoy más allá del punto de redención. Lo quiero y lo quiero ahora.
Tiene un sabor delicioso y es sorprendente teniendo en cuenta que estaba bebiendo cerveza no hace mucho tiempo. Pedro aplasta su cuerpo contra el mío y sus manos se deslizan hacia arriba por mis delicadas curvas y hacia mi cabello,apretándome más duro contra él.
Mi corazón se acelera y el deseo entre mis piernas se vuelve más fuerte. Pedro está en el fondo de mi mente todo el
tiempo. Me siento culpable, pero estoy demasiado excitada para parar.
Tengo que recordarme una y otra vez que no soy de Ramiro. Él no es mi novio. Soy mi propia persona.
Soy libre
No hay comentarios:
Publicar un comentario