martes, 8 de abril de 2014

CAPITULO 16


Pedro me mira, con la ceja levantada. Gracias a Dios que el callejón no está iluminado de lo contrario todo el mundo vería más mi rostro, sin duda, de color escarlata. 

Asiento rápidamente, suplicante. La última cosa que quiero es parecer estúpida frente a Ramiro. Ya me he visto bastante estúpida por su culpa. 

―Sí. ―La gran mano callosa de Pedro se envuelve alrededor de mi muñeca y me tira un poco por detrás de él. Suspiro ante el contacto de nuestra carne. 

Ramiro cruza los brazos sobre el pecho sin lucir en lo más mínimo impresionado.

―¿Dónde te encontrabas tú cuando estaba prácticamente follando a un tipo en la pista de baile? 
Pedro se encoge de hombros.

―Dando una vuelta. ―Casi puedo oír la sonrisa en sus labios―. Me gusta mirar.

Los ojos azul hielo de la mirada furiosa de Ramiro van de Pedro y luego a mí.

―Tú sí que sabes cómo elegirlos, Paula. 
Me las arreglo para sonreír, cada vez más cerca de Pedro, tan cerca que mis pechos se frotan contra su brazo.
―Tú eres la prueba de eso ―contesté, recordando respirar.
Da un paso más y me pongo rígida.Pedro aplastaría absolutamente a Ramiro y aunque él es un idiota, no quiero que lo lastime. 

Una sonrisa confiada se extiende sobre los labios de Pedro, desafiando a Ramiro intentar algo.Ramiro tiene su inteligencia con él esta noche porque no hace nada para provocar a Pedro. En cambio, gruñe:  
―No te pongas demasiado cómodo porque seguimos juntos. Sólo estamos teniendo un desacuerdo.
―No ―exclama Vanesa―. Han terminado.
Ramiro se aleja enojado y lo observamos hasta que desaparece del callejón. Pedro suelta mi muñeca y me dirijo a Vanesa. Ella envuelve sus brazos alrededor de mis hombros de nuevo, tirando de mí en ella. Me sostiene por un rato.

―No te preocupes por él.
Me aparto de ella y limpio mis ojos. 
―¿Quieres ir a casa? ―me pregunta.

―Sí. ―Mi noche está arruinada. No hay vuelta atrás de esto y más alcohol sólo lo hará peor. 
―Yo puedo llevarla ―ofrece Pedro. 
Abro la boca para protestar, pero Vanesa me interrumpe.  
―¿Cuánto has bebido?

―Una cerveza. Estoy bien para conducir.

Doy un paso lejos de Vanesa e intento volverme hacia Pedro, intento es la palabra clave. Mi zapato se atora en algo y me caigo. Cierro los ojos con fuerza y me preparo para el impacto que nunca llega. Cuando me doy cuenta que no he golpeado el suelo noto la mano de Pedro envuelta alrededor de mi cintura y la otra que tiene un firme control sobre mi brazo. Está tan cerca de mí que su delicioso aroma hace que mi cabeza esté aún más atontada.

Vanesa está desplomada y riendo porque casi me caigo. Típico.
―… gracias ―murmuro mientras me ayuda a volver a estar de pie.

Miro cualquier parte menos su rostro, que estoy segura que está sobre mí con diversión. 
―Puedes llevarla. Si ella va conmigo probablemente nos romperemos el cuello antes de que lleguemos a casa. ―Selena tiene una sonrisa en su rostro y yo amplío mis ojos hacia ella, tratando de insinuar que no quiero estar a solas con Pedro. Apenas puedo mantener mi mierda junta en público. 
Si estamos en un auto solos, Dios sabe lo que haré.
Vanesa pone los ojos en blanco hacia mí y me besa en la mejilla.

―Gracias por venir conmigo esta noche. Te llamaré mañana.

―Vanesa, pero… yo… nosotras… ¡maldición! ―Ella se desliza a través de la puerta del club y me tengo que quedar afuera con Pedro.

Después de unos segundos, gano el coraje para mirarlo. Él mete las manos en los bolsillos de sus jeans mientras sus ojos oscuros siguen cada uno de mis movimientos como si me fuera a caer de nuevo. 
―Bueno ―comienza―. Tu ex-novio es un idiota.
―Eso es decirlo agradable. ―Me quejo, pasando mis manos sobre mi cara―. ¿Podemos irnos? Realmente no estoy de humor para pasar el rato por aquí.

Él saca un juego de llaves de su bolsillo trasero y hace gestos para que lo siga. En comparación con el aire en el club, el exterior es fresco y sopla refrescante a través de mi piel. 

Mis pies duelen en mis zapatos mientras camino detrás de Pedro por la calle y hacia su auto. ¿Quién conduce a un club de todos modos? Cuando Pedro desbloquea y se acerca a una gran tracción blanca de cuatro ruedas, tengo que decir que estoy sorprendida. 

Me imaginaba a Pedro conduciendo una motocicleta o un auto deportivo, o algo completamente peligroso innecesario. 

En su lugar, conduce una hermosa Range Rover. Es grande, fuerte y totalmente no lo que yo esperaba. Él abre la puerta para mí. 
―Gracias. 
Sus labios se contraen bruscamente hacia arriba, moldeado su boca en una impresionante sonrisa, un poco torcida, y siento que mi pecho se contrae mientras intento, sin éxito, apartar los ojos de sus labios carnosos.

―No me des las gracias ―dice cuando estoy cómoda en mi asiento―Es lo que hacen los novios. ―Su sonrisa se ensancha en una arrogante en toda regla, y cierra la puerta. 

Mis manos vuelan automáticamente a mi cara para cubrir mi vergüenza. Nunca debí haber intentado provocar a Ramiro.
Ahora me veo como el bicho raro que va por ahí diciéndole a la gente que Pedro es mi novio cuando en realidad sólo hemos hablado un puñado de veces. Abre la puerta del conductor y se sube. Aparto las manos de mi cara,pero no me atrevo a mirarlo mientras acelera lejos del club. 
―Lo siento mucho… ―Pido disculpas después de un tiempo. La honestidad es la mejor política, ¿no?―. Él me preguntó si nos estábamos viendo y para molestarlo no lo negué. 
Él se ríe.

―No es gran cosa. Me alegro de haber estado allí para ayudarte a salir de esta tormenta de mierda.

―Sí, yo también.

―Sin embargo no lo culpo por estar enojado. ―Se pasa la mano por el cabello rápidamente, mirándome antes de volver su atención a la carretera―. Te hubiera sacado de ese hombre yo mismo, si tu ex no hubiera aparecido.
Me mofo.
 
―Lo habrías hecho, ¿verdad?

―Maldición, por supuesto que lo habría hecho. Ese tipo era un idiota de mierda. Eres demasiado… no sé… buena para dejar que un tipo como él ponga sus manos sobre ti.
Estoy molesta por sus palabras. Odio cuando la gente actúa como si me conociera… pero, al mismo tiempo, estoy asombrada y no puedo evitar que una estúpida calidez se propague a través de mi estómago. 
―¿Buena? 
Él asiente. 
―Sí, quiero decir, ese vestido está un poco en el lado malo, pero puedo decir que eres una chica buena en el fondo.
¿Él puede decir? Hasta ahora todo lo que he hecho en su presencia es mirarlo fijamente, tocarlo y dejar que un tipo baile conmigo en un club. Eso no grita exactamente “chica buena”. Cruzo los brazos y decido no continuar con la conversación porque uno, probablemente diré algo estúpido. Dos, me siento como para vomitar y tres, porque cualquier hombre que te dé ganas de quitarte la ropa y permitir que él haga algo para ti dentro de los primeros minutos de conocerlo es definitivamente el tipo de hombre que deseas evitar.

Las “MALAS NOTICIAS” no vienen más claras que eso. 

Pedro es sexy como el pecado y hace el término “Satanás con un sombrero de domingo” más literal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario