sábado, 8 de noviembre de 2014
CAPITULO 262
En la oscuridad, deslizo mis pies a lo largo de la alfombra para palpar piezas de ropa o zapatos abandonados.
Tropezar en lo oscuro no es divertido, especialmente cuando tu habitación está llena de mesas de cristal y adornos de
cerámica al azar. Tú pensarías que sacarían todas las cosas que pueden romperse fácilmente cuando escuchan que Pedro está viniendo a la ciudad.
No muy lejos, oigo su respiración constante y envía remolinos de culpabilidad a mi estómago. Es el tipo de culpa que come el revestimiento de tu estómago y se siente como que hay rocas en tus intestinos. A pesar que no he hecho nada malo, me siento como si estuviera ocultándole algo… que todos los pensamientos que tuve en la ducha fueron a escondidas y él no los aprobaría. Mis dedos se deslizan al borde de la cama y me encorvo hacia delante, tratando de
alcanzar el colchón con mis manos. Me deslizo a mí misma en la cama, con mi vientre sellado. Rodando sobre mi espalda, uso mis pies para deslizar las sábanas de satén debajo de mi culo. Me muevo lo menos que puedo mientras agarro la sábana y cubro mi cuerpo con el tejido suave.
Dormir en ropa interior es una gran idea cuando tienes sábanas sedosas como estas. Me aparto de Pedro, acurrucándome en una bola. No lo abrazo mientras duerme… con miedo de que huela mis pensamientos. Ni un segundo más tarde, su gran cuerpo se desplaza en mi dirección. Contengo la respiración, esperando, rezando, para que no se despierte. Por primera vez en la historia, me estremezco cuando sus duros brazos me rodean y me arrastra hacia él. Lo respiro, huele increíble.
―¿No estás de humor para acurrucarte esta noche? ―pregunta y puedo sentir la sonrisa en sus labios.
Él es cálido, increíblemente cálido, y su calor penetra en mi piel, calentando mis órganos. Me presiono en su contra.
―Pensé que estabas dormido.
No una completa mentira.
Me aprieta más contra su cuerpo, dejando a su pulgar cepillar sobre mi delgado sujetador para dormir. Su pulgar cepilla mi pezón y aprieto los dientes.
La sensibilidad es demasiado difícil de soportar. Es casi doloroso, se endurece inmediatamente y estoy seguro de que fácilmente puede sentirlo a través de la ultra delgada tela de encaje.
―¿Sin ti? Nah.
Mis labios se contraen mientras besa mi cabeza una vez. Dos veces. Tres veces. Cuando termina, sitúa su cabeza contra la parte trasera de la mía, hundiendo su nariz en mí cabello húmedo.
―Dios, hueles bien ―murmura, respirando aire caliente sobre mi cuero cabelludo.
Sus manos bajan a mi estómago y corre la dura palma arriba y abajo, dudando en la línea de mi ropa interior, antes de regresar a las costillas. Su toque hace hormiguear mi piel, anhelo sentirlo todo en mi pecho, entre mis piernas. Lo hace una y otra vez durante unos minutos, casi me adormece en la tierra de los sueños, entonces su mano se vuelve marginalmente más pesada.
―¿Pedro? ―murmuro. Aprieto mis ojos cerrados con la esperanza, de pronto, de no conseguir una respuesta.
―Hmm. ―Su pecho vibra contra mi espalda, despertando cada célula de mi cuerpo. Me siento gravitar hacia él, tratando de tirar de su cuerpo contra el mío.
Maldita sea. Aquí viene.
―Estamos en esto juntos, ¿cierto? Para largo plazo, quiero decir.
―Absolutamente. ―Hace una pausa y el aire se torna tenso―. ¿Por qué? ¿Qué pasa? ―Su voz es fuerte y despierta, todo rastro de somnolencia se ha ido.
―Nada… Estaba pensando en lo que dijo Vanesa.
Exhala y se desplaza en la cama, tirando de sus brazos lejos de mí mientras rueda sobre su espalda. Se lleva el calor con él y pongo mi mano en su cadera solo para sentirlo de nuevo.
―Vanesa habla solo para oír su propia voz, lo sabes mejor que nadie.
―Lo sé, pero si…
―Mira, si estas preocupada, hazte la prueba de embarazo y ve por ti misma.Has estado tomando la píldora. Te he visto hacerlo.
Ruedo hacia el con más confianza para hablar sobre el “tema”.
―¿Y si el resultado es positivo? ¿Qué sucede entonces?
Otra pausa larga y tensa llena la habitación y lo odio.
―No lo será.
―Pero si lo es…
―Buenas noches, Paula ―interrumpe, rodando su cuerpo lejos de mí. La desaparición de su cuerpo, se mezcla con la oscuridad de la habitación y si no supiera, asumiría que estaba sola aquí… seguro que así es como se siente. Una pesadez se posa en mi pecho e inhalo en un intento por zafarme de ella. No hay suerte. Semanas atrás, este tipo de conversación fue bien recibida… luego se fue y vio la arena del MGM con Damian y todas las puertas que conducen a los niños y progresar como familia se han cerrado y la llave escondida debajo de una roca que no puedo hallar. Es por conversaciones como estas que hacen que me preocupe por él… Sobre las promesas que ha hecho.
Confianza. Al final del día, tengo que confiar en Pedro. Él es mi marido… soy la chica que eligió para pasar el resto de su vida. Tengo que confiar en que no importa lo que se filtre hacia afuera, el estará allí en todo el camino para apoyarme como siempre me lo ha prometido. Él me apoya como yo lo apoyo… sé que lo hará.
Mañana voy hacer la prueba de embarazo y todo estará hecho y terminado.
Va estar bien… Vamos a estar bien.
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