lunes, 9 de junio de 2014

CAPITULO 221




Lo miro, mis ojos tan abiertos como platos. Cómo alguien de su tamaño tiene miedo de algo, mucho menos de un rayo, está más allá de mí. Puse la servilleta en mi boca y oculto mi risa. Pedro devuelve la sonrisa, satisfecho consigo mismo por compartir esta nueva pieza de información conmigo.


—Las arañas son bastante terroríficas —le dice Pedro a Junior, volviendo a la conversación en la mesa—... Para las chicas. 


Le doy un golpe a Pedro con mi codo y él se ríe, recogiendo su pescado con el tenedor. La mesa ruge con la risa y Junior se encoge de hombros como si no fuera gran cosa. Él es muy humilde, sin importarle lo que Pedro le dice y decido que me gusta Junior, lo que hará que ver la lucha de Pedro y Junior un poco más difícil.


—¿Una chica? —se ríe Júnior—. No deberías haberme etiquetado como eso,ahora va a ser endemoniadamente mucho más embarazoso para ti cuando patee tu culo.


Pedro abre la boca para responder con otro comentario, sin duda, grosero y sabelotodo, pero una voz masculina por los altavoces lo detiene.


—Buenas noches, damas y caballeros, y bienvenidos a nuestra primera cena oficial de la MMAC de esta temporada.

Los aplausos estallan en la habitación y nos volvemos en nuestras sillas al escenario detrás de nosotros. Ante el micrófono está el CEO de la MMAC, Matthew Somers. 


Matthew parece un tipo bastante bueno.


—Esta temporada va a ser una experiencia memorable. En el descanso,hemos contratado a algunos nuevos luchadores: Darren Shane, Rashad Moens,Hayne Gains, y un campeón amateur, Pedro Alfonso.  


La multitud sigue en otra ronda de aplausos y en la distancia oigo silbar y aupar, una voz femenina que suena muy parecido a Vanesa. Me aguanto una sonrisa, suponiendo que ella ha bebido demasiado vino.


—Todos estos nuevos combatientes irán en contra de nuestros profesionales experimentados en un momento u otro, lo de siempre, pero…


La forma en que lo dice me pone nerviosa por alguna extraña razón.


—Esta temporada, vamos a hacer algo que nunca hemos hecho antes. Vamos a darle a un aficionado una oportunidad de unirse a la MMAC. —Él levanta un dedo—. Un lance. Una pelea. Todos hemos visto el bombo en el Internet sobre Pedro Alfonso. Todos sabemos de lo que él es capaz, de lo que puede aportar a este deporte.


Miro a Pedro y su mandíbula se aprieta de manera imperceptible.  


—En esta sala, tenemos a un hombre capaz de atraer la mayor revancha que este deporte haya visto jamás. ¿Quieren saber cuántos visitantes por la pelea del campeonato de aficionados entre Dom Russell y Pedro Alfonso consiguió en la Internet? Quinientos cincuenta y siete millones.

Matt levanta dos dedos.  

—Dos semanas después de su pelea con Junior Moset, el Sr. Pedro Alfonso va a ir contra un peleador prometedor en el Mandalay Bay Event Arena. Uno que sacamos de las mismas calles que Pedro, uno que quiere estar aquí tanto como cualquiera de ustedes. —Matt se ríe, sonriéndole a Pedro como el lobo traidor que es—. Uno que odia a Pedro más que a nadie en el planeta. 

Mi boca se cae, seguida por los movimientos de mi estómago. Seguramente él no quiere decir…


—Dom Russell.


La habitación crepita con anticipación y se vivifica con la charla. Miro de reojo a Pedro para calibrar su reacción. Sus ojos están centrados en Matt y sus labios están sosteniendo una pequeña sonrisa. Mirándolo ahora, pensarías que no está en lo más mínimo asombrado por el anuncio... pero lo conozco, y no hay duda de que en el fondo él está furioso.


—Si Pedro gana, Dom Russell nunca tendrá la oportunidad de unirse a la MMAC. Si Dom gana, consigue un puesto en la MMAC y una oportunidad por el título de campeón del mundo como todos los demás. Dos semanas a partir de ahora, Junior, trata de no lastimarlo demasiado. Lo necesito —se ríe Matthew y pone el micrófono en su soporte antes de girar sobre sus talones y pasear por el escenario con una gran sonrisa en su cara de tonto. Que víbora. Matt hizo esta convocatoria pública, a sabiendas de que Pedro nunca dará marcha atrás y con el riesgo de humillarse. Él sabe que Pedro es terco y orgulloso... sabe que haciéndolo de esta manera Pedro no puede decir que no. Manipuló a Pedro hacia la pelea.  

Pedro se da la vuelta en su asiento y empuja su plato de comida a un lado,apoyando los codos en la mesa.


—Dom Russell —se burla Junior—. El tipo es un chiste. Por qué Matt lo quiere en la MMAC está más allá de mí.Parásitos de mierda.  

La mitad de la tabla masculla su acuerdo.


—¿Podemos irnos a casa? —le pregunto a Pedro, lo suficientemente alto para que la mesa escuche.


Sé que él no quiere estar aquí, puedo verlo en su cara, sin importar lo mucho que está tratando de ocultarlo. 


Conociéndolo, él no quiere ser visto como que está huyendo de la cena directamente después del anuncio.


—¿Irnos a casa?


Asiento rápidamente, empujándolo. Él cae en la cuenta, el alivio inundando sus rasgos.


—¿Sueño de belleza? —balbucea el hombre extraño a mi lado—. Tú no necesitas sueño de belleza, amor.


Me río nerviosamente, levantándome y empujando mi silla hacia atrás con las piernas. Le echo un vistazo a Pedro, quién está mirando al tipo fijamente. No necesito a un desgraciado borracho haciendo saltar a Pedro en estos momentos.  


—¿Pedro

Él aparta su atención del tipo, que ya ha desplazado su interés de nuevo a su cita.Pedro asiente, dice su adiós al resto de la mesa y cargo con la culpa de nuestra partida repentina.


Pasamos mesa tras mesa, sin poder evitar las felicitaciones por la revancha, y cuando la puerta está a solo unos metros de distancia, Damian y Luciano aparecen frente a nosotros.


—Ahora no, Damian—gruñe Pedro entre dientes. 

—He llamado a tus abogados, ellos van a…


Pedro los empuja pasando, arrastrándome detrás de él.  


—Cancélalos.


—¿Cancelarlos? —pregunta Luciano—Pedro, tú…


Pedro se voltea de golpe y doy un rápido paso atrás en defensa, hasta que mi brazo está estirado y forzado en el codo, pero él no me deja ir. Unos pocos transeúntes se mueven rápidamente lejos de la escena que se desarrolla ante ellos.  

—No puedo volver atrás ahora. Él lo anunció, en frente de todos. Maldición,voy a destruir a Dom y todos los demás que la MMAC me lance. Que se jodan todos ellos.


Ellos intercambian miradas por unos segundos antes de que Damian recupere su teléfono del bolsillo y marque un número. Pedro me jala cerca de nuevo, dejando ir mi mano y envolviendo un brazo alrededor de mi cintura. Me aleja de Damian y Luciano, y nos dirigimos fuera. 

No nos decimos ni una palabra el uno al otro, pero él me mantiene sostenida firmemente contra su costado subiendo las escaleras, a través de pasillos y en los ascensores, todo el camino hasta la habitación del hotel. Él me deja ir para desbloquear la puerta y la abre. Mi corazón golpetea en mi pecho como un martillo de neumático para concreto y tengo miedo de entrar y estar a solas con él.


No creo que pueda soportar otra noche como la noche anterior.


—Por favor, ve adentro —murmura él, pellizcando el puente de su nariz.

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