lunes, 9 de junio de 2014

CAPITULO 220



Cuando volvemos a la función, es difícil mantener mis ojos en los azulejos delante de mí y no en el anillo que abraza mi dedo. Mis rodillas se tambalean debajo de mí cuando mi cuerpo aún vacila por los efectos de después del sexo funde mentes y la excitación de lo que vino después. Me siento diferente, como una persona completamente nueva. 


Siempre supe que querría estar con Pedro para siempre, pero ahora la sensación es segura, tan sólida como una piedra. Descanso la mayoría de mi peso contra él. Mi prometido. Mi futuro marido.  


No puedo dejar de sonreír y miro a Pedro. Tan casual, él es la imagen perfecta de la tranquilidad, pero sé que está tan excitado como yo. Puedo decirlo por la manera en la que su pulgar se frota ansiosamente sobre mis dedos. Cuando caminamos a través de la multitud y los diferentes pares de ojos paran y me miran, noto que los dedos de Pedro no me aprietan posesivamente. Eso dice mucho sobre nuestra “nueva” relación ya. Él sabe que soy suya ahora. Sabe que quiero pasar el resto de mi vida con él. No apretarme me da la confianza de que él está de acuerdo en crecer como persona y que confía en mí. Caminar con Pedro es como caminar con una pistola cargada a veces. Nunca sabes cuándo se siente particularmente agresivo o territorial y nunca sabes cuándo va a apagarse.


Pedro es el tipo de persona que necesita que le muestren amor para sentirse amado. Podemos sentarnos solos en una habitación después de una película o del sexo y él se sentirá no amado a menos que me esté tocando o yo le esté tocando a él. No hablamos muchos sobre él o su infancia. Él prefiere vivir en el ahora y evitar sacar a la luz viejos recuerdos, pero sé (por las pequeñas conversaciones que hemos tenido) que su pobreza y su necesidad de confirmación surge del abandono de su padre. Por eso,Pedro necesita constante afecto. Necesita ser alabado, lo ansía. Actúa como si fuera intocable y su confianza es un balón demasiado fuerte para explotar con una afilada aguja, pero en el fondo creo que él solo es tan inseguro como el resto de nosotros.



Pedro es celoso, imponente y un poco demasiado orgulloso, pero está bien conmigo. Él solo es un humano y un ser humano significa que eres vulnerable,que tienes debilidades e imperfecciones. Esa es la belleza. El ser humano se trata de cometer errores y aprender de ellos... o no, si quieres hacerlo. Hay demasiada presión para ser perfecto estos días, ¿y sabes qué? La gente es imperfecta. La gente es irritante, estúpida y ruda a veces, pero está bien. Está bien porque el noventa por ciento de las veces no te afecta directamente o te sumerge molestándote y envenenándote o puedes mandarlo a largarse. No lo sé, quizás solo estoy intentando defender el comportamiento de Pedro, infiernos, quizás estoy intentando defender mi propio comportamiento. 


Mis decisiones no siempre han sonado bien, pero son mis decisiones y soy la única que tiene que vivir con ellas,nadie más. 

Pedro me escolta a través de algunas puertas dobles más y entramos en otra sala de funciones. Enormes mesas redondas llenan la sala, decoradas con una maravillosa escultura de hielo centrada en el medio. Olvida el cisne. 
Esos tipos quieren guantes de boxeo y puños en medio de sus mesas para añadir elegancia a su celebración.


Estamos sentados en una mesa con gente que ni siquiera conocemos, bueno,gente que yo no conozco. Pedro parece conocer a todos y ha luchado y golpeado al menos a tres de los cinco luchadores en nuestra mesa. Los coordinadores de este evento han roto a todos en sus ocupaciones, luchadores con luchadores,
entrenadores con entrenadores, y así sucesivamente. En nuestra mesa y directamente enfrente nuestra, se sienta el campeón del mundo de lucha libre y el oponente de Pedro, Moset Junior. Su relación es un infierno mucho más domada que la de Pedro y Dom, e incluso sonríen y se lanzan bromas entre ellos cuando sus conversaciones cruzan caminos. No importa cuán amistosa sea la conversación,sin embargo, está claro que ambos luchadores creen que van a ganar. Junior es muy parecido a Pedro, en talla y es difícil creer que alguien de su tamaño puede ser tan eficiente en el suelo. En cualquier caso de su impresionante historial, Pedro no está intimidado por él y Junior no está intimidado por la espectacular historia invicta de Pedro. Eso lo hará una interesante pelea, estoy segura.


Junior es guapo, piel color caramelo claro y brillantes ojos locos, del color de la miel dorada. Él tiene un montón de desaliñado cabello color chocolate (dos tonos más claro que el mío), que sobresale en una variedad de puntas estilizadas.


Esto le cuadra a su divertida y confiada personalidad.


Pedro, tú sabes que Junior ha derrotado a sus últimos dos oponentes con un estrangulamiento de brazos en posición de pie —dice un tipo que no conozco o reconozco, empujando a Junior con su codo.


Miro de reojo a Pedro, quien se encoge de hombros y sonríe.  

—Estoy al tanto. 

—¿No te molesta? 

Júnior sonríe y apoya los codos sobre la mesa, masticando un frijol cocido al vapor. Él disfruta atormentando a Pedro y lo entiendo. Es nuevo, él no ha peleado para mantenerse todavía, pero cuando peleen en dos semanas, sé que es Pedro quien va a llegar a la cima. Pedro también lo sabe y es por eso que está jugando casualmente sus juegos.


—Nada me molesta.


—Tiene que haber algo que te moleste. —Júnior suelta unas risitas—. Las arañas me molestan.


Pedro deja caer su tenedor contra el plato. 

 
—Está bien, la espera ansiosa entre peleas me molesta. No tener relaciones sexuales durante largos períodos de tiempo me molesta, y sabiendo que voy a noquearte en el primer asalto y no dar a los espectadores un buen espectáculo me molesta.


La mesa estalla con silbidos y comentarios “encendidos”. Ruedo los ojos. No tengo ni idea de cómo me he aguantado esto durante los últimos cuarenta minutos y no creo que pueda aguantar otro segundo. Las otras chicas que se sientan alrededor de la mesa con sus peleadores están disfrutando de las bromas inmensamente, pero yo lo considero un espectáculo inútil de plumas. Cada hombre soltero en esta mesa cree que es el último “macho alfa”, lo que lleva a algunas conversaciones en voz muy alta, sin sentido y desafíos.


Pedro se inclina hacia mí, sacándome de mis pensamientos.  


—Los relámpagos me molestan, también —susurra con un guiño.


—¿Los relámpagos? ¿Cómo la cosa que viene de las nubes durante una tormenta?


Él asiente con la cabeza, acercando su vaso de agua a los labios y tomando un sorbo.  


—Eso me asusta —dice cuando lo baja de nuevo.

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