Me empujo fuera del sofá y voy a mi armario, no queriendo ducharme por tercera vez esta noche. Agarro un par de pantalones de chándal y los deslizo antes de ir a la cama y subir. Me acuesto de espaldas, la elección de la posición menos dolorosa para la mejor oportunidad de conseguir un poco de sueño. Unos minutos más tarde, Paula sale del baño, con el cabello húmedo y pegado a su piel limpia.
Ayudándose a sí misma, saca una camiseta sin mangas de mi armario y un par de pantalones de chándal negros, a juego con el mío. Sus ojos van hacia mí mientras tira de la parte superior blanca sobre su cabeza y cubre sus pechos desnudos. Mi mirada cae sobre su hombro, donde la había mordido. Está un poco rojo, no corté su piel, pero pude magullarla.
—¿Te he hecho daño? —le pregunto, tratando de mantener un tono distante en mi voz.
—No.
Su respuesta es corta y contundente, no puedo evitar una pequeña sonrisa.
No puede estar enfadada conmigo para siempre y ya le he perdonado. Diablos,mi corazón le perdonó en el momento en que entró en el baño, pero mi polla se negó. Quería castigarle, hacerle gritar... logró lo que quería y ahora sé que tengo que pedir disculpas por llamarla egoísta, pero mi maldito orgullo no me lo permite. No puedo. Si me disculpo, significa que no voy a hacerlo de nuevo y no puedo garantizarlo. No puedo garantizar que no voy a decirlo de nuevo o deciralgo aún peor la próxima vez porque eso es lo que hago. Según mi padre, tomo todo lo bueno que tengo y lo destruyo. No merezco lo bueno. No merezco nada porque no aprecio nada. Algunas palabras paternales,inspiradores ahí.
Paula se va a la puerta con un dominio frustrado en sus caderas. Ella chasquea al apagar la luz, sumiendo la habitación en una oscuridad total. Espero unos segundos antes de que siento el colchón hundirse ligeramente. Sé que está de espaldas a mí y por instinto, me acerco a ella.
Antes de que la toque, tiro rápidamente mi mano. Todo lo que quiero de ella es un “lo siento por haberme ido sin decir nada”. ¿Es tan difícil decirlo?
Espero un tiempo muy largo... solo esperando a que ella suspire y se disculpe.
Nada.
Y no es hasta que ella murmura a alguien para que limpie su máquina y gira en mi dirección en que me doy cuenta que no voy a conseguir una, por lo menos,no mientras ella está durmiendo, de todos modos.
Permitiéndome una última sensación de su piel antes de quedarme dormido, deslizo mi mano debajo de la camisa y llevo la palma de mi mano por el costado de su cintura y por la subida de su cadera. Un suspiro de alivio se le escapa y su cuerpo se relaja aún más mientras cae más profundamente en el sueño. Saco mi mano hacia atrás y las pongo sobre mi cabeza, tapándome los ojos.
¿Por qué somos los dos tan jodidamente tercos?
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