Luciano no dijo nada. En cambio, agarró mis hombros y me tiró en un abrazo. Cuando se aleja de mí, me da una sonrisa tensa y se vuelve hacia Vanesa. Ella libera mi cintura y envuelve sus brazos alrededor de él. Pedro y yo caminamos a la puerta principal y esperamos en el pasillo mientras Vanesa y Luciano se besan, abrazan, hablan y todo lo que sea que estén haciendo.
―Voy a extrañarte, ya sabes ―dice Pedro, acariciando mi brazo con el dedo índice.
―¿Me llamarás? ―pregunto, extrañando ya su voz.
―Todos los días. ―Él mira torpemente hacia los demás.
Vanesa y Luciano están encerrados en una especie de batalla épica con sus lenguas y Damian está de espaldas a ellos, mirando por la ventana hacia la ciudad.
Cuando Luciano la libera, Vanesa endereza su blusa de raso morado,con volados en la parte delantera, y camina hacia nosotros. Toma mi maleta de Pedro y camina adelante de nosotros, dándonos tanta privacidad como puede.
Sus gruesos dedos se entrelazan con los míos y se siente increíble. No quiero ir a la recepción. No quiero dejarlo atrás.
El vestíbulo está tan lleno como siempre, cuán conveniente.
La gente,especialmente las mujeres, miran la mitad superior desnuda de Pedro. Algunas lo recorren, otras desvían su mirada con miedo ante su labio y ceja rotos. Se ve un poco rudo con sus cortes y tatuajes, por no mencionar sus músculos duros, pero es definitivamente un blandengue.
Esas manos que apretaban y golpeaban carne son las mismas que me llevaron a casa, me desnudaron y masajearon jabón en mi piel. Detengo a Pedro mientras Vanesa sale del hotel. Quiero hablar con él a solas.
La gente,especialmente las mujeres, miran la mitad superior desnuda de Pedro. Algunas lo recorren, otras desvían su mirada con miedo ante su labio y ceja rotos. Se ve un poco rudo con sus cortes y tatuajes, por no mencionar sus músculos duros, pero es definitivamente un blandengue.
Esas manos que apretaban y golpeaban carne son las mismas que me llevaron a casa, me desnudaron y masajearon jabón en mi piel. Detengo a Pedro mientras Vanesa sale del hotel. Quiero hablar con él a solas.
―Lamento mucho haber arruinado tu gran noche.
―¿Lamentas arruinar mi noche? ―Sacude la cabeza―. Siempre tan desinteresada.
Doy un paso más cerca y me estiro hacia arriba,presionando un beso en sus labios. Dirige sus fríos dedos debajo de mi camiseta y a lo largo de mi estómago. Voy a extrañar tanto su toque y su sonrisa. Él traza mi cara, corriendo sus pulgares sobre mis mejillas.
―Estaré en casa tan pronto como esto haya terminado.
Miro fijamente a sus ojos marrones y brillantes con tanta emoción que no puedo precisar qué es exactamente. Aprieto mis labios en los suyos una vez más y trato de alejarme, pero agarra mi brazo y me tira de nuevo hacia él, haciéndome jadear.Exhala fuertemente y humedece sus labios.
―No iba a decir nada, todavía no, pero a la luz de lo que ha pasado,siento que es algo que deberías saber en este momento… ―Hace una pausa,mirándome directamente a los ojos y sonríe un poco―. Joder. Soy un desastre. Nunca he tenido que hacer esto antes.
¿Hacer qué? Me inclino un poco hacia atrás y lo miro con cautela. ¿Qué es lo quiere decir? He leído suficientes novelas románticas como para suponer legítimamente que está preparándose para un “Te amo”, pero seguramente no es eso lo que va a dec…
―Te amo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario