No estoy asintiendo. Si no me hubiera asustado y prácticamente corrido de la desnudista que me besó, no le habría dado a Dom una oportunidad para agarrarme.Pedro envuelve sus dedos alrededor de mi muñeca y lo sigo por las escaleras a nuestra habitación, sólo que no se detiene allí. Me jala por todo el camino detrás de él hasta el baño.
Él enciende la luz, trayendo el cuarto oscuro a la vida. Las manos de Pedro se envuelven alrededor de mi cintura y me levanta para sentarme en el mostrador del baño. Miro su cara y él no habla mientras sus manos rozan mis tobillos y sacan mis zapatos. Me levanta del banco y engancha sus dedos bajo el borde de mis pantalones, empujándolos al suelo. Mi ritmo cardíaco se acelera, como siempre lo hace cuando me toca. Me da vuelta y tira de mi camisa empujándola por encima de mi cabeza. Mi sujetador es la última pieza de tela que cae de mi cuerpo y cuando me vuelvo para enfrentarlo, sus ojos me beben, incapaz de ocultar el destello de deseo en sus ojos. Luego se estrechan sobre mi abdomen y me doy cuenta de su cuerpo tenso y la mandíbula apretada. Miro hacia abajo. Es mi cadera. Hay una sombra oscura formándose donde Dom me agarró y donde caí.
―No es tan malo como el tuyo ―murmuré débilmente.
Él suspira, pasándose una mano por su cara.
―¿Es eso lo de su mano?
Me encojo de hombros.
―Un poco, supongo. La mayor parte es de cuando me caí después de que me empujó.
Su voz se eleva unos pocos decibelios.
―¿Él te empujó?
Asiento mientras pasa sus manos por el cabello. Con una sacudida de cabeza me agarra, jalándome hacia él.
―Maldita sea, lo siento, Paula.
―No es tu culpa.
Él me deja ir. Sé que no quiere escuchar que no es su culpa. Puedo verlo en su cara, realmente cree que lo es. Doy un paso hacia atrás mientras se baja sus pantalones y se mete en la ducha. Deja la puerta abierta para que me le una y enciende el agua. El rugido de la ducha hace eco en las baldosas y el aire se vuelve rápidamente pesado y caliente, llenando mis pulmones con el vapor. Entro y cierro la puerta detrás de mí. Los ojos de Pedro con avidez se posan en mi cuerpo, haciendo que mis pechos se sienten pesados e hinchados. Mis pezones ya duelen por su boca, para que los engulla, y para distraerme tomo el baño de espuma y lo aprieto en mis manos. Me aparto de él y masajeo una espuma abundante sobre mi estómago,frotando lentamente sobre la contusión en mi cadera.
Pronto, las manos de Pedro están deslizándose sobre mi piel, también, evitando cuidadosamente mi cadera adolorida. Pone besos en mi hombro y mi cuerpo comienza a tararear. Jugueteando, sus manos se mueven alrededor de mi pecho haciendo que mis pezones se endurezcan al punto máximo y comiencen a hormiguear en doloroso previsión. Por último, sus manos se deslizan a lo largo de mis pechos,ahuecándolos con la cantidad perfecta de presión.
Me siento como que estoy en peligro de derretirme y mi
Me siento como que estoy en peligro de derretirme y mi
respiración se corta mientras sus pulgares frotan mis pezones puntiagudos.Dejo que mi cabeza se incline atrás para descansar contra su pecho.
―¿Damian y tu equipo van a estar bien?
Sus manos amasan mis pechos.
―Sí, ellos van a estar bien.
Vuelvo la cabeza.
―¿Y tú?
Presiona sus labios en mi mejilla.
―Estoy bien ahora.
Me doy la vuelta, presionando la parte frontal de mi cuerpo contra el suyo.
―Te necesito, todo de ti ―exijo, aplastando mis labios a los suyos.
Sabe agridulce, como el bourbon y mi corazón se aprieta. Si ha probado alcohol, debe estar en un lugar muy malo.Pedro no vacila y no hay jugueteo en la forma en que sus manos me acarician toda. Me hace retroceder y me quedo sin aliento cuando mi espalda presiona contra las baldosas frías. Ignoro la forma en que mi cadera duele mientras me aplasta contra la pared con su cuerpo. Su mano corre a lo largo de mi costado y engancha mi pierna alrededor de su cadera. Su boca besa mi cuello y sus dedos se deslizan firmemente entre mis piernas, enviando una oleada de excitación a través de mí. Ha pasado tanto tiempo desde que hemos tenido sexo y lo quiero ahora, pelea o no. Mi cuerpo va a toda marcha y mis nervios están muy conscientes de él. Su toque caliente es como un choque eléctrico corriendo a través de mi cuerpo.
―Pedro ―Su nombre es un sonido susurrante de anticipación.
Él gime, pasando la punta de un dedo sobre mi clítoris. Le hace al pequeño manojo de nervios unos círculos y luego sumerge un dedo en mi calor. Jadeo con fuerza, hundiendo mis dedos en sus hombros mientras me acaricia cuidadosamente desde el interior. Me arqueo contra él, mis ojos sintiéndose pesados.
―Tan sexy ―murmura, atrapando mi labio entre sus dientes.
―Más. ―Suspiro, empujando mis caderas contra él. Estoy tan excitada,así que me retuerzo apretadamente y lo necesito para aliviarme. Él, sólo,saca sus dedos de mí. La decepción me llena y gimo con molestia.
―¿Alguna vez te he dicho que eres impaciente? ―Se ríe en mi oído.
Sonrío y asiento.
―No puedo evitarlo a tu alrededor.
Estira su mano entre nosotros, frotándose sobre mi entrada y capturándome con la guardia baja.
Mis caderas se presionan más cerca de él y parece que no tengo control sobre mi cuerpo, éste hace lo que quiere. Se empuja dentro de mí con una fuerte inhalación de aire, enviando mi pulso deslizándose por todo el lugar.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y sus manos agarran mi culo,me levantó hacia él y me llena completamente. Bloqueo mis tobillos detrás de él mientras envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. La fría sensación de las baldosas se siente deliciosamente erótica contra las sensaciones cálidas dentro de mí. Pedro se retira hasta que sólo la cabeza se queda dentro y luego la mete hasta el fondo, obligándome a gritar. Empuja superficial y rápidamente, unas pocas veces, antes de salirse casi todo el camino de nuevo y luego meterse con un gemido decadente. Lo aprieto tan fuerte como puedo mientras un orgasmo se enrolla en mi estómago como una cobra. Ha pasado tanto tiempo desde que ha estado dentro de mí y mi cuerpo está disfrutando de las sensaciones.
―Oh, mierda… ―gruñe contra mi carne―. No voy a durar mucho tiempo, cariño.
Su voz me empuja cada vez más cerca del borde.
―Más duro. ―Me las arreglo para exhalar―. Más rápido.
Me presiona más duro contra la pared y establece un ritmo más rápido y más fuerte. Mis brazos se aprietan alrededor de su cuello. Aprieto mis muslos alrededor de él, inclinando mi pelvis. Mis pechos rebotan mientras me mece. Estoy sorprendida cuando mi orgasmo me desgarra sin sospechar nada y no puedo evitar los gritos saliendo de mi boca junto con éste. Los bíceps de Pedro se aprietan cuando agarra mis caderas y me sostiene todavía mientras se empuja desigualmente dentro de mí, encontrando su propia liberación. Me sostiene contra la pared por un poco más de tiempo,apoyando su frente contra la mía. Mis manos acarician su cuello y sus hombros. Cierra los ojos,disfrutando de la atención. Me deslizo fuera de él justo cuando suena un golpe en la puerta y Pedro escuda mi cuerpo con el suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario