martes, 29 de abril de 2014

CAPITULO 86



Cosas traviesas que hemos hecho? Empujo el pensamiento a la parte posterior de mi mente. No es importante ahora. Extiendo la mano y froto mi pulgar a lo largo del pómulo de su mejilla y luego presiono un beso tierno en sus labios. Sé con certeza ahora que tiene sentimientos por mí y quiero nutrirlos.

Quiero hacerlo sentir seguro y que esté seguro de que yo nunca le haría un daño así.

―He hecho mucha mierda, Pau. Quién sabe qué va a aparecer después.  

―No me preocupa. 

―Eso dices ahora. 

―Pedro, en serio. No me importa. Sé exactamente qué clase de persona eres. Lo supe en el momento en que te vi.
Su sexualidad no es exactamente sutil. Desde luego las chicas lo quieren, demonios, los chicos probablemente lo quieran, también.  

Me deslizo sobre él, agarrando su rostro entre mis manos. No sé por qué, pero cuando lo veo tan en conflicto. Quiero ayudar. Quiero hacerlo feliz.

―Así que, has tenido sexo con muchas mujeres, gran cosa. ¿Entonces peleas con las personas para ganarte la vida, a quién le importa? Eso no significa que no me mereces. Eso no quiere decir que no te mereces algo bueno.

Él se encoge.


―Quiero estar contigo, realmente contigo, no está mierda de amigos con beneficios.

―¿Pero?

Una sonrisa triste tira de sus labios.  

―No puedes perder lo que no tienes, ¿cierto?

Frunzo el ceño.  

―Sí se puede. No podemos estar así para siempre. Hay cosas que quiero en la vida como matrimonio y niños… ―Mierda―. No es que esté pidiendo eso de ti. ―Me recupero rápidamente―. Y por mucho que me gusta el sexo y pasar el tiempo contigo, no puedo esperar para que decidas si me mereces o no. Necesito reiniciar mi vida… y cuanto antes, mejor. 
Él asiente lentamente, evitando mis ojos. Debajo de mí, puedo sentirlo tenso y volviéndose incómodo. Exhalo y me deslizo fuera de él.

―¿Así que eso es todo?

Nada.

―¿Cómo alguna vez esperas ser feliz cuando no te  permites tener las cosas que quieres? ―No tengo ni idea lo que estoy diciendo… trato de presionarlo en una relación para la que no estoy segura que estoy lista.  
―Tengo miedo ―dice finalmente―. Me asusta que una vez te deje entrar, tú correrás hacia otro lado.

Intento todo lo posible por mantener mi expresión tranquila, pero me río una vez de su comentario.  

―Creo que he visto lo peor de todo por ahora.

―No lo has hecho. Mi mundo está estropeado, Paula. La parte de mi mundo que tú has experimentado es la parte buena. La otra parte es jodidamente complicada. 
Exhalo. Terminar la conversación aquí es probablemente mi mejor opción. Si presiono más va a hacer más daño que bien.  
―Bien ―digo, resignada―. No te presionaré. 
Sus dedos se curvan alrededor de mi mano y me jala más cerca.

Comienzo a sentir que jugamos un molesto juego de tira y afloja con el otro.

Está tan cerca, que puedo sentir su aliento en mi mejilla y sus ojos oscuros parecen taladrar los míos, como si estuviera tratando de entender algo. 
―Necesitas respuestas y te las daré, lo prometo, pero tiene que ser bajo mis condiciones y cuando esté listo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario