Es muy tarde para el momento en que papá y Pedro retornaron y los escuché mucho antes de que llegaran a la puerta. Sus voces son bajas y sus risas melodiosas. El sonido de sus tonos profundos entrelazados es música para mis oídos. Balanceo mis piernas sobre el borde del sofá y dejo caer mi libro sobre la mesa de centro.
Echo un vistazo a la cubierta, nunca voy a terminar La Expiación y es una lástima porque está realmente bueno hasta ahora. Me precipito a la puerta y logro conseguir abrirla antes de que papá gane el acceso con su tarjeta llavero. Ambos ríen y sus ojos brillan con evidencia de su felicidad.
Pedro estudia mis pantalones de chandal negros y mi camiseta sin mangas con una mueca sutil. Él parece decepcionado no estoy más en mi vestido.
―¿Cómo les fue? ―le pregunto a papá mientras me aparto para dejarlos entrar en la suite. Ambos se quitan sus zapatos y los alinean prolijamente contra la pared.
―Bien, Pedro ganó mucho más.
―Pero tu papá me dio un paseo por mi dinero ―Pedro añade, besando mi frente cuando me pasa. La acción me hace ruborizar. Últimamente, sus acciones se ven como “novio/novia”.
―¿Tú no saliste?
Niego, cerrando la puerta.
―No tenía ninguna necesidad de hacerlo.
Papá se sirve un vaso con agua del refrigerador del bar y aclara su garganta.
―Voy a ducharme y luego me acuesto. Gracias de nuevo, Pedro.
―En cualquier momento. ―Pedro da un paseo hacia el sofá y se sienta mientras papá agita la mano hacia ambos y desaparece en su habitación.
Despacio me dirijo hacia el sofá y Pedro me mira atentamente. Cuando mis ojos encuentran los suyos, una sonrisa brillante, juguetona se desliza a través de su rostro y cuando me siento a su lado, se inclina más cerca, su calor envolviéndome.
―Te gusto la pelea?
―Te gusto la pelea?
―No me gusto.
Él sonríe completamente, obviamente emocionado por mi respuesta.
Planta su mano firmemente sobre mi muslo, encendiendo el fuego que pensé que extinguí con la ducha fría. Me acaricia de arriba hacia abajo y nos sentamos en silencio,disfrutando de la compañía el uno del otro.
―Pensé que el tipo iba a morir ―añado, sintiendo la necesidad de tener una razón para mi descontento.
Pedro se ríe a carcajadas y la idea de provocar un sonido tan hermoso de un hombre tan hermoso me intriga. Quiero hacerlo una y otra vez. Él llega a mí, halándome más cerca y trato desesperadamente de seguir respirando.
―Nadie lo habría dejado morir.
―Aun así… fue horrible.
―¿Qué quería Dom? ―pregunta, cambiando el tema bruscamente. Su sonrisa está todavía en el lugar, aunque ahora parezca forzada.
―Sexo por venganza, al parecer.
Pedro se mofa, su sonrisa se desvanece y sus ojos se reducen a líneas.
―¿Puedes creer las malditas pelotas de ese tipo?
Me encojo. La última cosa que quiero imaginar son las pelotas de Dom Russell.
―Nunca podría tener sexo con él… ―contesto, sintiendo que debería tranquilizarle―. Es espeluznante y su tatuaje de dragón me asusta.
Estoy distraída por su mirada. Está fija en una pequeña pelota de pelusa sobre mis pantalones. Él la recoge, tratando de sacarla, pero sus dedos son demasiado gruesos.
―Nunca realmente me he preocupado por mis acciones… hasta hace poco ―me confiesa, devolviendo su atención a mi rostro. Sus ojos están nublados con arrepentimiento y estoy perdida, insegura acerca de lo que está hablando―. Carlos y ahora Dom. Todo está volviendo para morderme el trasero y ahora que finalmente tengo algo que me importa… tengo miedo de que esto me vaya a ser arrebatado. No me preocupa lo que me pase… pero me preocupa lo que te pase. No quiero que mis comportamientos pasados se reflejen negativamente en ti. Eres buena y no quiero corromper eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario