Pedro me sigue de cerca y cierra la puerta detrás de él.
Coloco el agua en la mesita de noche y pateo mis zapatos mientras desabrocho mis aretes.
Puedo oír a Vanesa y Luciano hablando y riendo en la habitación contigua.
Gracias a Dios no tengo trabajo mañana, porque puedo ver que no voy a dormir mucho esta noche.Pedro viene detrás de mí e inclino la cabeza hacia adelante mientras él desata el nudo que sostiene mi blusa que cae, dejando al descubierto mis pechos desnudos. Sus dedos se enganchan alrededor del dobladillo de mi falda de tubo y arrastra la cremallera, dejando que la tela se deslice fuera de mi cuerpo y flote alrededor de mis pies. Estoy desnuda
ahora. La única pieza de tela que me cubre es mi endeble, ropa interior de encaje negro. Subo a la cama y entro bajo las sábanas mientras Pedro apaga la luz. Lo oigo quitándose su ropa antes de que se meta en la cama. En la oscuridad, sus cálidas manos recorren mi estómago plano, por lo que me estremezco.
―He estado sudando ―le advierto.
Él se ríe.
―Eso está bien, las mejores cosas de la vida suceden cuando sudas.
Giro mi cuerpo hacia él, presionándolo ligeramente contra su pecho desnudo. Mis dedos se arrastran hacia arriba y abajo de sus lados, siguiendo todos sus protuberantes músculos. Su mano descansa sobre mi cadera y me vuelvo vorazmente hambrienta por su toque. Lo beso, lentamente al principio y luego deslizo mi lengua en su boca. Me quejo en protesta mientras se aleja de mí.
―Quiero que vengas a Concord conmigo.
Me dejo caer de nuevo en mi almohada.
―Pedro, ya dije que no.
―Eso fue antes de que casi noquearas a una chica en un club.
Mi puño duele mientras habla. Todavía no puedo creer que haya hecho eso. Esa no soy yo en absoluto.
―El hecho de que golpeé a alguien no significa que quiero ser la chica cartel para la MMA. Debería haberla ayudado a levantarse… o disculpado, o algo así.
Se ríe una vez y me tira más cerca.
―Sí, porque eso habría ayudado a la situación.
―Me sorprende que incluso hayas notado lo que estaba pasando conmigo. La rubia con la que estabas sentado parecía bastante insistente en conseguir tu atención.
Se encoge de hombros.
―La rubia era mediocre a lo mucho. Mi atención estaba en ti, toda la noche.
Siento el calor subir a mis mejillas. La idea de alguien como Pedro deseándome como él lo hace es emocionante.
―Tu papá está viniendo ―dice Pedro, cambiando de tema de nuevo a su lucha en Concord.
―No me imp… mierda. ―Papá tiene la presión arterial alta. No puedo dejar que se vaya por sí mismo, ¿qué si le pasa algo?―. ¿Puedes decirle a papá que no puede ir a Concord contigo?
Pedro se apoya sobre sus codos.
―¿Qué? No, no le puedo decir eso. Él pobre tipo estará devastado.
Suspiro, tirando de Pedro hacia abajo.
―Tiene la presión arterial alta y estoy un poco preocupada por él.
―Podrías venir y mantener un ojo sobre él.
―Mírate, manipulando la situación para conseguir lo que quieres.
―Exhalo―. Está bien. Voy a ir.
Pedro me aplasta hacia él, apretándome tan fuerte que mis costillas empiezan a doler.
―Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario