martes, 22 de abril de 2014

CAPITULO 63



 Las patatas son de color café dorado, con motas de varias hierbas y los bordes alrededor de la calabaza están oscurecidos a la perfección,haciendo a mi boca babear.  

―Tu padre no debería ir. No con su presión arterial alta de todos modos.  

Miro a mi padre y mi mandíbula se tensa.

―¿Tienes la presión arterial alta? ¿Estás bien? ¿Por qué no me lo dijiste?  

Papá ondea su mano hacia mí como si no fuera gran cosa.  
―Me siento bien. El médico sólo está siendo cauteloso.

Mamá pone la comida en lindos platos de patrón floral antes de colocarlos en la mesa frente a nosotros. Quiero preguntarle a papá más sobre él. Quiero saber cómo se siente, o si necesita que me ocupe del gimnasio un par de días a la semana. Cuando mamá se dirige de nuevo a la cocina, papá se inclina más a mí.  

―Tú madre no sabe que tú y Pedro están saliendo, así que… 

―No estamos saliendo, papá. Somos amigos. ―Amigos que sólo acaban por casualidad de sacudir el mundo del otro.

Rueda los ojos por segunda vez esta noche.  

―Sí, está bien. Sólo díselo con suavidad.


Mamá tira de su delantal sobre su cabeza, ajusta la forma en que su vestido rojo le sienta y luego se une a nosotros en la mesa.
Mamá nos dice todo acerca de su día en la ciudad mientras terminamos la comida en nuestros platos. He estado aquí veinte minutos y no ha habido ningún comentario de mudarme de nuevo a casa. Eso es algún tipo de récord. 
―Así que mamá ―le digo, vertiendo salsa en mis verduras al horno―Conociste a mi amigo Pedro ayer…   

―Lo hice. ―Sus ojos verdes evitan los míos y sé que no es buena señal―. ¿Ramiro y tú han hablado desde su ruptura?  
Incluso papá se queja a la mención de su nombre y no apreció que eluda el tema de Pedro para hablar de Ramiro.  

―Sí, de hecho, me llevó a trabajar ayer. ―Por el rabillo de mi ojo, veo a papá sacudir la cabeza―. Aun así no estamos juntos de nuevo. ―Afirmo con total naturalidad.

―¿Quieres que vuelvan a estar juntos? ―pregunta mamá. 
Hay un rayo de esperanza en sus ojos y me enoja por completo. Sabe lo que Ramiro me ha hecho y no debería tener ninguna duda sobre descubrir que ha hecho lo mismo en esta ocasión, también.

―No.

pueden solucionar lo que está pasando entre ustedes. 
―Esta vez es diferente. ―Me encojo de hombros, poniendo un bocado de patata en mi boca. 
―¿Debido a Pedro?   

Trago.
  
―No, no tiene nada que ver con Pedro. Ramiro…  

―Es un pedazo de mierda irrespetuoso y me alegro de que ya no está en la vida de nuestra hija. Ahora déjalo.

Papá me aprieta la mano antes de volver a su comida y asiento agradecidamente hacia él.

Las manos con manicure de mamá frotan sus sienes.  
―Tal vez si vivieras aquí…

―Mamá ―gemí. Mi tenedor se aferra contra mi plato mientras choca con el material de cerámica―. No vivo aquí y no lo he hecho desde hace tres años. No pienso mudarme de nuevo, nunca.  
Mira a papá y espera a que él intervenga y la respalde. Por lo general,es lo que hace, pero la semana pasada me prometió que no mencionaría nada acerca de mudarme de nuevo si venía a cenar.

―¿Realmente, Ricardo? ¿No vas a ayudarme? Es como si éste… éste…Pedro, los tuviera a ambos envueltos alrededor de su dedo.

―Es mi jefe ―murmura papá con indiferencia. 
―No me importa. Él es un problema.

―No ha hecho nada ―objeto. 
Ella desestima mi comentario. 
 
―Estás cegada por tus hormonas.  
―Sandra ―dice papá de golpe. Él consigue agitarse cada vez que mamá se refiere a mi vida sexual―Paula puede salir con quien quiera. Si quiere estar con Pedro 

―¿Estás con Pedro? ―Genial.  

―¡Papá! ―rompo, pero se encoge de hombros como si no fuera gran cosa―. No, no estoy con Pedro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario