Es mi papá. No debería estar demasiado sorprendida de encontrarme con él aquí. Es su gimnasio, después de todo. Reprimo un gemido. Papá y yo hemos tenido un camino lleno de unos pocos baches desde que me mudé.La única vez que encuentra el tiempo para hablar conmigo es cuando está tratando de hacerme tropezar en la mudanza de vuelta. Mi hermano mayor Agustin logró recorrer el mundo sin ser importunado por nuestros padres porque está sirviendo a nuestro país. Dios no quiera que yo haga algo por mí misma.
Pongo mi máquina a un ritmo más lento para que coincida con la suya.
Odio mi apodo. He sido referida como Paupy durante tanto tiempo como puedo recordar. Papá y Ramiro son los únicos que se salen con la suya.
Ver a papá esta mañana es un poco conmocionante.
Él estuvo ausente del gimnasio durante unos días y su asistente Esteban ha estado manejando las cosas.
―¿Papá? No te he visto en el gimnasio por un tiempo. Me estaba preocupando.
―¿Pero no te preocupó lo suficiente como para ir a casa y ver cómo estaba?
Ruedo mis ojos mientras él levanta su gorra de jugadores de bolos con una mano y se rasca el aplastado cabello gris con la otra. Él sabía muy bien que si yo apenas apuntaba un dedo del pie en dirección a la casa, nunca me permitirían salir.
―Estuve ocupado visitando a tu tía Cata―me informa―. Tu prima Pamela dio a luz un niño ayer. Él tiene mi nariz.
―Pobre chico ―bromeo, incapaz de contener una risita.
―Sí, sí, eres hilarante, lo entiendo.
Le sonrío.
―¿Que ha estado pasando contigo? ―pregunta.
Me quejo y lanzó mi larga cola de caballo sobre mi otro hombro.
―Rompí con Ramiro anoche. Él me dejó en Salsa's otra vez.
Papá sacude la cabeza.
―Te dije que él era malas noticias. Ese chico no tiene respeto. Sabía que era un estúpido ingrato al momento en que puse los ojos en él. ―Pone una mano suave en la parte superior de la mía―. Él se lo pierde, cariño. Eres una buena chica y si los hijos del socio no estuvieran ya casados intercedería por ti.
Me río.
―La intención es lo que cuenta. ―Miro más allá de papá y el extraño ha vuelto a la perforación del saco. Sus duros pectorales contrayéndose cada vez que entra en contacto y me imagino pasando mi lengua lentamente sobre sus pezones erectos. ¿Qué está mal conmigo?
―Oye, ¿quién es ese tipo? ―pregunto, moviendo la cabeza en su dirección.
Papá se da la vuelta.
―¿El chico con los músculos? ―Él me enfrenta y yo asiento―. ¿De verdad no sabes quién es?
―¿Se supone que deba?
―Es Pedro Alfonso. ―Jesús, incluso su nombre hace que mi interior se funda―. Se acaba de mudar a Portland desde Seattle. Es un gran luchador de las Artes Marciales Mixtas, o por lo menos lo fue.
Yo arqueo una ceja.
―El tipo estuvo tan cerca de convertirse en profesional cuando cumplió los veintiuno. Participó en una competición amateur de la AMM,pero abandonó segundos antes de la pelea de campeonato. Tuvo algo que ver con un drama familiar. Su regreso ha estado en todo Internet.
Suspiro.
―Honestamente, no reviso mucho Internet.
―Sí, bueno, no distraigas al chico. Él tiene una dura competencia en el próximo torneo del que necesita un triunfo si quiere entrar en los profesionales. ―Papá apaga su caminadora―. Me tengo que ir, chica. Ya hablaremos luego.
Antes de alejarse por completo, se vuelve bruscamente.
―Ven a cenar el próximo domingo. Tu mamá me está matando. Quiere verte más a menudo.
Asiento.
―Veré lo que puedo hacer.
Papá rueda los ojos y me permite mirar hacia Pedro. Es, literalmente,sexo envuelto en la mano y de la manera en que él me sonrió quemó mi cerebro.
Mirándolo ahora, con la forma en que sus cejas se juntan y sus labios apretados en una línea, nunca habría pensado que él fuera capaz de sonreír. Apago mi máquina de correr y agarro mi mochila. Ya he terminado de trabajar por el día, no es que ayudara en nada. Incluso estoy más tensa ahora de lo que estaba antes de llegar al gimnasio y tengo la extraña sensación de que la única cosa que me va a ayudar es Pedro y su lengua.
Exhalo, tirando de mi camisa de nuevo. ¿A quién estoy engañando? Nunca me acercaría a un tipo como él. Hay demasiado macho alfa por ahí. Exuda autoridad y agresión. Él es un león y yo soy un ratón, me tragaría por completo y no en el buen sentido. Me vuelvo hacia las duchas para mujeres,manteniendo la cabeza hacia abajo y en línea recta, hasta que una morena enérgica entra en el gimnasio y exige atención. Con su vestido de tubo estrecho y con tacones, sin duda mayor que su moral (soy consciente de que no es una forma aceptable de medición, pero me hace sentir mejor pensar eso), se pavonea directo hacia Pedro. Por supuesto que él está con ella. ¿Por qué no iba a estarlo? Su cuerpo es delgado y sus tetas son grandes y falsas.
Él me parece el tipo de persona que disfruta de ese tipo de cosas y ella es bonita en esa clase de falsedad.
Ella está de espaldas hacia mí mientras envuelve sus largos y delgados brazos alrededor de su cuello, tirando de él hacía sí, por lo que la cabeza de él queda apoyada entre la nuca y su hombro. Desde debajo de su entrecejo,sus ojos parpadean hacia mí y… ¡Maldita sea! Estoy mirándolo fijamente de nuevo, sólo que esta vez no puedo apartar la mirada. Su oscura e hipnotizante mirada me ha atrapado. Ellos se abrazan por un momento y todo ese tiempo me mira con un brillo de complicidad, pero curioso en sus ojos. Pedro se aleja de ella y cuando sus ojos finalmente me liberan, me vuelvo sobre mis talones y prácticamente corro a las duchas.
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