―Suéltala. ―Pedro no levantó la voz, pero la frialdad en ella llamó la atención de Jose.
―Vete a la mierda ―escupe―. Estamos ocupados.
Sus pequeñas manos acunan mis pechos y dejo escapar un extraño sonido ahogado de mi garganta. Mi estómago se agita y gira. Creo que voy a vomitar. La cálida mano de Pedro me agarra del brazo y me saca de un tirón
desde debajo de Jose. Me pone con seguridad detrás de él, y cuando miro alrededor de su enorme cuerpo, Pedro golpea la cara de Jose contra el lado
de mi auto. Inhalo y mis manos vuelan hasta cubrir mi boca cuando claramente escucho un crujido y no sé si es mi ventana o la nariz de Jose.
Jose rueda alrededor del piso del estacionamiento apretando su rostro. Me agarro a la cintura de Pedro y me meto detrás de él. Pedro envuelve un brazo alrededor de su espalda y me presiona más a él. Mis manos están
temblando… yo estoy temblando. Pedro camina hacia Jose de nuevo, pero lo aprieto más fuerte.
―Por favor, detente ―le ruego, y ni siquiera estoy segura de por qué quiero que Jose esté a salvo. Entonces me doy cuenta de que no es por Jose. Él no podría importarme menos. Es por Pedro. No quiero que haga algo estúpido por mi culpa. Pedro envuelve un brazo alrededor de mi hombro y me guía lejos de mi auto y lejos de Jose. Pronto, me encuentro apoyada en su Range Rover. Pedro está caminado en el hormigón frente a mí, respirando con dificultad y pasando los dedos por su cabello. Doy un paso adelante―.¿Pedro? ¿Estás bien?
Inclina la cabeza hacia el cielo nublado, pero su respiración no se hace más lenta. Camino más cerca de él y coloco mis manos sobre su pecho y los lados de su cuello. Inclina la cabeza hacia mí, pero no puedo ver su expresión, está demasiado oscuro. Su respiración se ralentiza y saca mis
manos de su cuello, dejando que su pulgar se deslice sobre la parte superior de mi mano.
―Estás temblando. ―Su voz es baja y suave.
―Sí… yo… no puedo parar.
―Estás en shock. Tenemos que llamar a la policía.
―No, no podemos. Le hiciste daño. Eres un luchador de MMA,¿verdad? No puedes lastimar a la gente. Perderás todo lo que has trabajado.
―Se encoge de hombros, pero lo siento tenso―. Le diré a Vanesa y ella puede decirle a su amiga.Él asiente.
―Entonces, al menos deja que te lleve a casa.
―¿Qué pasa con mi auto?
―Lo recogeré mañana.
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