continuo caminando con papá al coche y lo saludo antes de volver a entrar en el gimnasio. Mi teléfono vibra y lo saco de mi bolsillo trasero.
DE: Ramiro 08:59 A.M.
Esta es la última vez que te advierto Deja de ver a ese tipo.
Vaya. No hay nada como un texto de un ex que te diga cómo vivir tu vida para ponerte de mal humor. Siento mi cara con el ceño fruncido y me duele. Odio el ceño fruncido.
PARA: Ramiro 9:00 A.M.
Déjame tranquila.
Siento que mi teléfono vibra una y otra vez en el bolsillo, pero no contesto. Tengo mierda que hacer. Son sólo las nueve de la mañana y ya hay unas toallas cubriendo los equipos. Hago una ronda rápida por el piso,recogiendo las toallas y limpiando el equipo húmedo. Pronto, voy a tener que rociarlos para que estén limpios y estériles para la siguiente persona.
Alegría.
A propósito dejo las salas de entrenamiento y boxeo para el final. En secreto, espero que Pedro haya terminado para cuando tenga que ir a esa sección.
No quiero sentir… lo que sea que siento cuando estoy cerca de él.
No soy esa clase de chica, pero me hace desear que lo fuera… y odio eso. Me hace sentir barata y… sucia.
De mala gana, entro en su área. Hago un rápido escaneo y por suerte no hay toallas. Me vuelvo sobre mis talones, sonriendo. Creo que es hora de un merecido descanso en la oficina de papá.
―Espera ―la profunda voz de Pedro me llama y me congelo mientras el pavor se desliza a través de mi estómago.
Me vuelvo hacia él y su expresión sería totalmente sexy, si la mirada en sus ojos no fuera tan ilegible. La toalla blanca que sostiene en su mano cae al suelo.
―Se te olvidó una.
Echo un vistazo a la toalla y luego de vuelta al rostro severo de Pedro.
No tengo idea de lo que está haciendo o qué juego está jugando.
Lentamente, me dirijo hacia él. Su rostro no tiene remordimientos, como de costumbre. Frunzo el ceño. No hay movimiento de su labio o calor en su mirada. Debe estar realmente enojado. Por desgracia no me siento con ganas de hacer lo que él dice, hoy no. Estoy enojada, también.
Podría haber recogido la toalla si otro masculino ya no me hubiera demandado que hiciera algo, o dejara de hacer algo en el caso de Ramiro.
Estoy parada ante el enorme trozo de músculos y de ninguna manera soy repentinamente inmune a la autoridad que emana de él, pero no me gusta la forma en que me habló. Presiono mi dedo índice contra su pecho duro y húmedo,haciendo todo lo posible por ignorar la corriente eléctrica disparándose a través de la punta de mi dedo y produzco mi mejor sonrisa de “vete a la mierda”.
―Recoge tu maldita toalla.
No me alejo, a pesar de que lo planeaba en mi cabeza. No puedo y no tengo ni puta idea de por qué. Él está en mi espacio personal de nuevo y no creo que vaya a ser capaz de escapar esta vez. Nuestros ojos permanecen fijos, manteniendo al otro en su lugar.
Su mano encuentra mi cadera y mi respiración queda atrapada en mi garganta cuando la agarra, tirando de mí hacia él. Estoy sin aliento por su contacto y él no parece en lo más mínimo afectado por mí. Se siente como si mi pecho estuviera a punto de explotar mientras mi corazón tartamudea, se detiene, y luego se acelera de nuevo en un ritmo errático.
Me quedo mirando sus labios, sabiendo exactamente cómo se sienten contra mi propia piel. Su cara todavía está enojada, pero un toque de placer destella en sus ojos oscuros mientras sigo a su mano y doy un paso más cerca de su cuerpo.
El dedo que tenía en su pecho se aplana por lo que toda mi palma presiona firmemente contra su carne y puedo sentir el latido de su corazón, golpeando tan rápido como el mío.
El silencio entre nosotros se carga de electricidad y una sensación de hormigueo comienza en el centro de mi estómago, irradiando hacia el sur.
A nuestro lado, una mujer se aclara la garganta y yo salto, sin saber que he perdido completamente la noción de dónde estoy.
Pedro tensa la mandíbula perceptiblemente cuando desplaza su mirada hacia ella. La chica es rubia y hermosa, definitivamente material de supermodelo.
Su vestido azul ajustado se aferra perfectamente a su construcción y acentúa sus tetas falsas de tamaño medio. Síp. Definitivamente está aquí por él. Mueve sus largas pestañas negras hacia él, pero incluso puedo ver los ojos azules que brillan fijamente desde debajo de ellas.
Miro a Pedro, pero él no quita su mano de mi cadera y ahora que ella está aquí decido que me siento incómoda.
Hago palanca en sus dedos apartándolos de mi cadera y él deja caer su mano de nuevo a su costado. Me aparto de ellos y hago mi mejor esfuerzo por parecer casual, mientras camino fuera de esa sección.
Él habla en voz baja con la chica y ella responde en una voz que es tan vinosa y azucarada que me da náuseas.
Mis pasos casuales se vuelven rápidos cuando muevo las piernas tan rápido como puedo, sin llamarlo correr, todo el camino a la oficina de mi padre. Una vez allí, cierro la puerta y me apoyo contra ella.
Ni en un millón de años hubiera pensado que la espeluznante oficina-santuario MMA de papá me traería comodidad. Siento presión en mi cadera, como si su mano todavía estuviera allí y estuviera irradiando placer a través de todo mi ser.
Cierro los ojos y tomo unas cuantas respiraciones profundas. Cuando recupero la compostura, me dirijo a la ventana. Pedro se dirige a las duchas con sus ropas en la mano y la chica está abandonando el gimnasio con líneas de rímel corriendo por su rostro.
Pobre chica.
Realmente siento pena por ella y la que vino por él ayer. Nunca quiero ser una de esas chicas. ¿Él siquiera les deja claro de antemano que no quiere tener nada que ver con ellas después de tener sexo… suponiendo que siquiera han tenido sexo? Niego. Por supuesto que ha tenido sexo con todas las chicas que han venido por él hasta ahora.
Pedro parece una persona muy sexual y probablemente tiene un apetito sexual que yo nunca sería capaz de saciar.
Caigo en la silla de mi padre y pongo mis pies sobre su gran escritorio de roble. Reflexiono sobre lo que voy a hacer esta noche cuando salga de aquí. Vanesa no va a querer sentarse a ver películas de nuevo.
Incluso ayer por la noche estaba teniendo dificultades para sentarse en un solo lugar.
Normalmente me paso las noches esperando por Ramiro o con Ramiro. Generalmente, vemos películas y cocinamos juntos. A veces, jugamos a las cartas o un juego de mesa…
Me doy cuenta de que estoy atascada en una zona de confort, una rutina. La idea de ir a casa para hacer nada me aterra. Me pone ansiosa y por eso decido hacer algo completamente impropio de mí. No puedo romper mi “rutina Ramiro” en casa sola. Tengo que salir.
Saco el teléfono de mi bolsillo y borro todas las llamadas perdidas de Ramiro de mi barra de notificaciones. Luego, le envío un mensaje de texto a Vanesa.
PARA: Vanesa HORA: 9:40 A.M.
En mi casa a las 10 esta noche.
¡¡Vamos a salir!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario