martes, 10 de junio de 2014

CAPITULO 224



El frío cemento del suelo del pasillo provoca un hormigueo en mis pies mientras marcho por el corredor. Mis manos se aprietan en puños, los aflojan y luego los aprietan de nuevo mientras muevo de un lado a otro la punta de mis pies un par de veces. Cuando me detengo detrás de unas puertas dobles y después de leer el lema del MMAC: “Se fuerte. Se inteligente. Se grande”. Inclino mi cabeza hacia el techo con los ojos cerrados y suelto un largo y lento suspiro. 


En ambos oídos, Damian y Luciano están hablándome, dándome palabras de aliento y consejos útiles, pero luego no les escucho. Mi mente está en otra parte, me centro en los cuadriláteros y la multitud. En poco tiempo, el bajo de la canción de entrada de Pedro comienza a salir a través del sistema de sonido y la puerta delante de mí se abre. Doblo los músculos de mis hombros a los muslos y salgo del corredor inclinándome hacia la multitud haciendo mi mejor esfuerzo para parecer tan confiado como siempre.


La gente se aferra a mí y les ignoro, concentrándome solo en el cuadrilátero que me acerco vacío. Paso la lengua por mi protector para sentir de forma segura su lugar y como la adrenalina sacude mi cuerpo y hierve mi sangre, enviándolo a la velocidad de la luz a través de mis venas. Me encanta esto. Mis nervios están electrificados, como si estuviera sentado en el borde de una severa tormenta, rogando por no ser golpeado por los relámpagos que golpean el suelo a mi lado. 

Al acercarme a los escalones del cuadrilátero, un miembro del personal del MMAC comprueba mis guantes y protector bucal mientras Damian llega alrededor mío y abre la cremallera de mi sudadera con capucha color negro. Me encojo de hombros agachándome y obligándome a ir por las escaleras al cuadrilátero. El rugido de la multitud es tan fuerte que es ensordecedor y estoy absolutamente anonadado por la cantidad de gente que ha venido a verme a mí y Junior pelear. 

Ni en un millón de años me hubiera pensado que la gente inundaría la arena para verme pelear. Paso mis dedos desnudos atreves del cuadrilátero de vinilo,  haciendo una vuelta al ring. Cuando pongo mis manos en una parte del cuadrilátero, me detengo por un momento. Vuelvo la cabeza hacia la izquierda y de inmediato encuentro a Paula en la multitud. Está en la parte de enfrente, sentada muy bien con sus piernas cruzadas y los dedos en su boca mientras
muerde nerviosamente sus uñas. Ella se centra en el suelo cuando Vanesa le habla al oído, pero cuando mira por debajo de sus gruesas y largas pestañas y me ve mirándole mientras toco el lugar donde folle con ella hace dos semanas los dedos caen de su boca y no hay duda en mi mente sus mejillas se están calentando. 

Flashback me siguen, perfectos y rosados pezones, brillante cabello, un coño mojado con labios hinchados. Tengo casi decidido correr a todos de la arena y arrastrarla aquí.

Me da una mirada de advertencia, como si pensara que alguien aquí sabe lo que hicimos y sonrió… nadie sabrá nunca lo que hicimos. Ella se mete el dedo de nuevo en su boca y veo su anillo de compromiso brillar bajo las luces, el anillo que le compré, el que me llevo seis horas elegir. Con que facilidad se me olvidó que no somos más novia y novio, le prometí el resto de mi vida a ella… y ella me prometió la suya a cambio. Y pensar que todo sucedió justo bajo mis pies.

Continúo con mi círculo en el ring hasta que estoy de vuelta en mi esquina.


Normalmente me gusta mostrarme un poco a la multitud, pero esta noche quiero que vean que hablo en serio.


Una canción desconocida explota en los altavoces y la multitud se vuelve loca, una vez más. Una punzada de anticipación cursa atreves de mí y vuelvo la cabeza para ver a Junior Moset trotando por la pasarela con una amplia sonrisa en su rostro. Está acostumbrado a esto. Este es su mundo en el que estoy entrando y no me gusta que le dé una ventaja sobre mí. Junior entra al ring y hace su vuelta antes de entrar al lado opuesto del ring.


—Recuerda, trata de mantenerte en pie. Evita ir al suelo si te puedes ir por un K.O. Es tu mejor opción —dice Luciano mientras el locutor habla introduciendo al árbitro y los luchadores. 

Parece extremadamente confiado en mí, pero lo que no sabe, es que es más fácil decirlo que hacerlo. Es casi imposible mantener a un luchador de pie durante la mayor parte de la pelea. Cuando las cosas se ponen demasiado rápidas, van por derribar. Cuando llegan en picada, se van para el derribo. Demonios incluso van por el derribo si golpean con éxito. No voy a ser capaz de mantener esa posición por mucho tiempo… y espero que mi pelea en el suelo sea lo suficientemente buena para evitar cualquier ataque devastador. 

Junior y yo nos observamos el uno al otro desde lados opuestos del cuadrilátero y cuando el árbitro, Marty Quim, camina en el interior, el ruido de la audiencia disminuye. Junior se agacha un poco, sus fosas nasales se ensanchan mientras respira con dificultad.Controlando la forma en que sus puños se aprietan cuando se levanta hacia delante con su cuerpo y el conocimiento me cubre.Sé el objetivo de cada músculo de mi cuerpo y posiciono cada uno preparándome para lo que está por venir. Este es mi elemento, también me recuerdo a mí mismo. Este es mi show. 

Mi vida.
Mi pasión. 
Y no voy a perder esta mierda. 


—¿Junior, estás listo? —grita Quim y Junior chasquea engreídamente,levantándome una ceja oscura.


—¡Sí!


Pedro, ¿estás listo? 

Asiento, entrecerrando mis ojos a Junior. Es un buen tipo, pero esta noche él es el único que se interpone entre mí y el respeto que merezco… eso lo hace mi enemigo. Suena la campana y nos empujan fuera de nuestros rincones y nos reunimos en el centro a tocar guantes. Tan pronto como nos damos nuestro toque de manos, dejamos caer nuestras posturas y nos cuadramos. 

Poderosos sentimientos me envuelven y no pierdo el tiempo en arremeter.


Nunca estuvo en nuestro plan de trabajo lanzar golpes de poder de buenas a primeras, pero quería medir el tiempo de reacción de Junior, porque una vez que encuentre mi fluir, él será un maldito fracaso. Toma un par de pasos rápidos hacia atrás mientras mis puños llueven sobre él. Trae sus manos para cubrirse el rostro, pero no sirve de nada. Dejo caer bajo y cierro mis nudillos en las costillas,escuchándole forzar el aire en sus pulmones. Con cada golpe aterrizando, me siento a mí mismo volviéndome más y más relajado, ya no más ansioso. Y debido a eso, me encuentro dando movimientos más rápidos, con más confianza. Junior no es rival para mis golpes. Él también lo sabe, y mete mis piernas para evitar mis golpes. Me expando, envolviendo mis brazos alrededor de él y empujándole lejos de mí. Doy un paso hacia atrás mientras, salta sobre sí mismo  y lleva sus manos atrás para proteger su rostro. La frente de Junior esta fruncida y sé que él no esperaba que fuera tan agresivo. 


Regla número uno, nunca me subestimes. Nunca
subestimes mis debilidades porque cuando las utilizo para alimentar mis puntos fuertes, es mejor mirar hacia otro lado. 


Junior viene rápido con golpes en el estómago. Dejo caer mis manos para proteger mi estómago, las dos manos, un error de novato y me golpea la boca. Un dolor punzante en mi labio (el mismo lugar exacto que esta sanando de la paliza de Dom) y me gusta la sangre. Junior retrocede cuando escupo sangre en la lona.


—Golpe de suerte —gruño, con lo que mis puños los pongo asegurándome y avanzo hacia él. Así su impaciencia está terminada, Junior comienza a golpearme otra vez desde la derecha. Dejo que me de dos golpes y finge un tercero que viene. Cambia su ángulo, como esperaba y me voy a la derecha, golpeando a Junior otra vez, dos veces, no, tres veces en las costillas. Junior lo intuye y lo agarro del cuello, subiendo mi rodilla y la conduzco directamente a su pecho.

Oigo que la muchedumbre se vuelve loca y sé que el paso rápido de la pelea los vuelve dementes. Engancha su brazo alrededor de la rodilla y se retuerce, haciendo que me dirija a un ángulo incómodo y caigo a la lona con una explosión.  


Libero mi tobillo y rodo rápido me nuevo de un tirón a mí mismo sobre los talones de mis pies cuando el puño de Junior vuela hacia mi rostro. En el último momento, giro pero no es lo suficientemente rápido y el clip de los nudillos de Junior dan en el lateral de mi cabeza, envía un timbre alto a través de mi oído. Me tomo unos pasos hacia atrás para despejar mi cabeza y Junior no pierde ni un segundo y se lanza hacia mí casi al instante. Agarra mis piernas y me
lleva hacia abajo. Lucho contra él, casi no llego a ninguna parte. Es un bastardo pesado, eso es seguro.


—¡No te dejes atrapar! —oigo el grito de Damian—. ¡Cuida tus brazos! 

Aprieto mis manos y le agarro con fuerza, Junior hace su mejor esfuerzo para separarlos y envolverse alrededor de uno de ellos. Mueve su cuerpo sobre el mío, consiguiendo montarme y atrapando mis brazos bajo su peso. Gruño mientras giro mis caderas en un intento de sacármelo de encima, pero fallo. Estoy en posición plena de guardia, envuelvo mis piernas alrededor de él para evitar que se ponga de pie. De alguna manera, el pasa mi guardia y se levanta. Todo mi cuerpo se tensa cuando veo levantar su codo antes de caer hacia abajo en mi pecho.  Un gemido se libera de mi garganta mientras lo hace una y otra vez,
acercándose a mi rostro. Separo mis manos y empujo contra su pecho. Mi pecho duele por la fuerza de su codo estrellándose contra él y aprieto los dientes en guardia. El copia mis movimientos, empujando hacia abajo a mi pecho.

—¡No, Pedro! —escucho a Luciano gritar y siento a Junior sobre mí. ¡Oh mierda!  Su pierna se balancea sobre mi rostro mientras retuerce su cuerpo.


¡Mierda! Agarra mi brazo y cae con él hacia atrás, enderezando el brazo hasta que doblo en su dirección opuesta. Aprieto la mandíbula mientras el dolor se dispara hasta el antebrazo y en el codo. Junior hala más duro y me hace gruñir en voz alta.


—¡Aguanta! ¡Tres! —escucho a Damian gritar—. ¡Dos!


Un segundo más tarde, los golpes de campana y la presión disminuye. 

Junior me deja ir y trota hasta su esquina. ¿Qué mierda? Parpadeo un par de veces, todavía tendido en el suelo, aturdido. Casi se me adelantó. Sacudo la cabeza y me levanto sobre mis pies. Sacudo y aprieto mi codo. Se siente magullado y tenso… casi me tuvo por un puto maldito brazo. 

—Estas bien —dice Damian cuando caigo en mi taburete—. La próxima vez prueba con el suyo


Damian y Luciano están sobre mi rostro. Trato de concentrarme en lo que están diciendo, pero mi corazón late con fuerza en mis oídos. Eso estuvo jodidamente cerca. Casi me tenía y me hubiera tenido si la campana no hubiera sonado. 

—Agua —demando y Luciano me la da.


Chupo el agua hasta llenar mi boca y hago gárgaras en mi boca seca antes de tragarla. Damian detalla nuestro plan de pelea con detalles, pero eso es demasiado tratar de escucharle, miro por encima de mi hombro y la busco. Los grandes ojos verdes de Paula se asoman a través de los huecos de los dedos. Su cabello largo, chocolate oscuro, está desaliñado, como si estuviera dirigiendo sus dedos atreves de él, incluso con las manos protegiendo la mayor parte de su rostro puedo decir que está preocupada por mí y tengo que cambiar eso. La próxima ronda es mía. 

No voy a perder. Hoy no.

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