No quiero estar atrapada sola esperando a que hable. Sé que él odia eso, así que, en un movimiento rápido y sorprendentemente sobrio, me uno a él en el sofá.
Nos miramos el uno al otro por unos segundos, midiendo el estado de ánimo del otro. Él se mueve primero, inclinándose hacia adelante para llevar su boca hacia mi oído. Mi mirada sigue sus labios carnosos y entreabiertos hasta el lado de mi cara.
—No tenemos que ir. Si quieres dejarlo todo, te llevaré a casa ahora mismo.
—Su voz cerca de mi oído provoca escalofríos agradables se apresuren a través de mí.
Niego con la cabeza.
—Pero los otros…
—Olvídate de ellos. Irán contigo o sin ti. Dime ahora si está dispuesta a hacerlo. Si es así, me callaré la boca y seguiré asegurándome de que estás teniendo un buen momento. Si no es así, iremos a casa.
Reflexiono por un rato. Me está dando una salida de todo este escenario,pero no sé si quiero tomarla.
—Pero si me voy a casa... tendré que caminar con estos zapatos de tacón y mis pies me están matando.
Sonríe.
—Yo te llevaré.
—¿Me llevarás? ¿Sabes lo lejos que estamos de… espera, ¿dónde estamos?
Los rasgos de Pedro se enderezan y él mira alrededor el club en busca de una señal o algo que nos diga dónde demonios estamos. Echo un vistazo a la mesa,hay algunos portavasos, pero todos están rasgados o tan mojados que la escritura es ilegible. Creo que él tampoco sabe dónde estamos.
—Vamos —le digo, poniéndome de pie.
Me balanceo vacilante por un momento y Pedro se estira, envolviendo un brazo alrededor de mi cintura. Él me estabiliza tirando de mí hacia abajo y sobre su regazo, a ras contra su pecho. Incluso en el club puedo oler su colonia, es jodidamente sexy, la que demonios sea. Nunca la he olido antes de ahora y es embriagadora. Me envuelve y me parece que hace que los pelos de mi cuerpo se levanten.
Por otra parte, podría ser el alcohol o el aire acondicionado soplando directamente hacia la parte de atrás de mi cuello.
Siendo la romántica que soy,voy a reducirlo a su olor.
Por otra parte, podría ser el alcohol o el aire acondicionado soplando directamente hacia la parte de atrás de mi cuello.
Siendo la romántica que soy,voy a reducirlo a su olor.
—¿Nueva colonia? —le pregunto en voz alta.
Asiente y una sonrisa emocionada tira de sus labios.
—La compré ayer. ¿Te gusta?
—Segu… es geni… sí —tartamudeo mi respuesta. Exhalo y asiento en su lugar... cuán carismático de mí parte. Los ojos de Pedro destellan ante mi respuesta y hago una nota mental para llenar la bañera con su perfume cuando regresemos y sumergirme en ella.
Me aclaro la garganta.
—¿Al Pepper Albino?
Pedro se ríe a carcajadas, dejando caer la cabeza hacia mi hombro y mi cuerpo tiembla mientras se ríe sobre mí. ¿Dije algo gracioso?
—¿Qué?
—¿La Pepper Albino? —Se ríe, apartándose de mí.
En la tenue luz, veo el destello de felicidad en sus ojos y quiero saber que le hizo tan feliz para poder hacerlo de nuevo. Y otra vez. Y otra vez y… bueno, te haces una idea.
—¿Qué demonios, Pau? ¿De dónde sacaste ese nombre?
—¿Qué? —Me encojo de hombros—. Eso es lo que él dijo.
—El Spearmint Rhino, es lo que dijo.
Lo miro por un rato. ¿El Spearmint Rhino? ¿Es eso correcto? No suena correcto.
—Oh. —Es lo único que logro decir. Ahora me siento como una idiota.
Mi pecho hipa mientras al azar dejo salir una carcajada y rápidamente levanto mi mano para cubrirme la boca.
—Por siempre llamaré a ese lugar el Pepper Albino.
Trato de darle un golpe, pero retrocede y se las arregla para evitarlo. Agarra mis manos, tirando de mí de nuevo hacia él.
—Y creo que te mantendré borracha —dice, besando mi nariz.
—¿Por qué es eso?
—Porque eres graciosa y no piensas.
Arqueo mi ceja hacia él.
—Vaya. Sólo tú puedes decirle a alguien que es tonto y hacerlo sonar como un cumplido.
Me pone sus ojos marrones en blanco.
—Eso no es lo que quise decir. Cuando estás borracha, no hay ruedas dentadas en tus ojos mientras tratas de descifrar tu próximo movimiento. Haces y dices cosas justo desde la parte superior de tu cabeza y eso me encanta. Deberías hacerlo más a menudo.
Sonrío
.
.
—Mira, eso no va a funcionar. No podemos tener a las dos personas en esta relación tirando las prevenciones al aire. Alguien tiene que ser el responsable.
Se muerde el labio inferior y luego rastrilla sus dientes sobre él.
—Eso es cierto, pero por esta noche, ambos vamos a ser imprudentes y estúpidos.
—¿Imprudentes y estúpidos? Me gusta. ¿Deberíamos añadir "locos" y "emocionantes" a la lista ya que estamos en ello? —Sugiero, acercando poco a poco mi rostro al suyo y ubicando mi cuerpo encendido por la excitación.
Él asiente.
—Y dramáticos y apasionados.
—Fácil, ahora. No hagas promesas que no puedas cumplir...
—Nunca he roto una promesa en mi vida y no voy empezar esta noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario